viernes, 2 de octubre de 2020

Jorge Santiago Perednik: Nueva Poesía Argentina durante la dictadura (1976-1983)











Un breve poema de e.e. cummings anuncia el nudo problemático de las antologías:


                         el sr. u no será olvidado

                          ya que como antólogo

                          vendió a los muchos por los pocos

                          sin olvidar al sr. u


El sr. u podría fácilmente ser sustituido en el poema por el sr. p o la sra. de a y al menos en un punto los efectos serían los mismos: el juego de los muchos desplazados por los pocos seguiría estando presente, porque es lo que hace de una colección una antología. El universo o conjunto de todos los poemas escritos entre ciertos límites temporales y geográficos es enorme, el universo conocido  por el antólogo menor, y la  porción por él seleccionada, la que va a dar forma a la antología, ínfima en comparación con el total, aunque a veces más grande que su destreza.


El sacrificio de los muchos a favor de los pocos (en esto consistiría la selección según algunos: en realidad es primariamente una operación de inclusión), es criticado frecuentemente; se llega a asimilar la exclusión a una especie de crimen múltiple, a un genocidio, lo cual es verdadero y falso. Falso para la razón, verdadero para la fe, este sacrificio tiene una cualidad más amplia que la antológica: forma parte de la vida; es una entre las tareas principales del tiempo, que al elegir, descartando o preservando a cada instante, se muestra como un gran antólogo. Hay algo más: de la operación llamada selección resulta nada menos que la literatura o, dicho de otra manera, la literatura pensada como resultado es una selección, un conjunto incompleto. Y algo más: todo lector activo, todo escritor, tiene sus preferencias; su gusto literario sacrifica a los muchos por los pocos, de alguna forma realiza su antología, seguramente diferente de las demás; editarla es apenas volverla pública. 


Luego suele aparecer el reproche de la falta de objetividad, la arbitrariedad de esta o aquella antología. Sin embargo antologar es ser de una manera peculiar arbitrario, es fundar el juicio en el gusto: resulta cuanto menos extraño suponer que el sacrificio de los muchos por los pocos que realiza el antólogo puede llegar a ser un hecho puramente objetivo. El verdadero problema de las antologías, incluido en el poema de cummings, es otro: el que se presenta cuando el gusto  como fundamento último de la selección es reemplazado por la utilidad o   la conveniencia; cuando la estética se basa en la aritmética. Aún dado este supuesto, tan frecuente por cierto, los versos de Cummings se niegan a considerarlo con tono trágico y prefieren mostrar a la antología como una farsa que tiene lugar cada vez que la tragedia es representada como negocio: en estos casos el horror de Cronos comiéndose a sus hijos se diluye en la venta, metáfora de toda operación donde la arbitrariedad encuentra su justificación o motivo en alguna forma de lucro.


La ficción utópica implícita en las antologías es parecer una colección de lo mejor de los mejores, y esta es la fantasía de muchos lectores al adquirirla. Respecto de este punto el presente escrito tiene una posición reactiva y pudorosa, denuncia la subjetividad teórica del antólogo y a la vez acota su práctica, pone límites a su elección, evita mostrar un gusto liberado a sus caprichos. Elige en definitiva otro tipo de jugada antológica, quizás más adecuada a estos tiempos, quizás más necesaria, pero seguramente no más interesante o valiosa.


II



Del cordón sanitario que rodea el gusto del antólogo habría que mencionar un primer límite temporal, un primer disgusto: participan de la antología solamente los poemas de autores que publicaron su libro inaugural después de 1976, esto es, repitiendo el título de un ensayo, los que se iniciaron públicamente formando parte de “La poesía en el período del terror”.


Esta referencia política asociada a esta otra referencia temporal merece ser ampliada: por época del terror se entiende aquí la que sufrió la sociedad argentina desde 1976 hasta 1983, bajo el gobierno de una dictadura liberal-militar (los “liberales” argentinos durante medio siglo anterior, algo barrocos, gustaron de este oxímoron, ser pro-dictatoriales, lo que demuestra que su liberalismo si cabe seguir llamándolo así, es bastante atípico). Cualquiera podría objetar que el gobierno del terror en realidad comenzó un par de años antes; ello sería cierto, pero no útil a los fines de la presente antología, para la cual el golpe de Estado tiene la fuerza de una marca.


El segundo límite, recurrir como eje metódico a las revistas de poesía que comenzara después de 1976 (lo que provoca necesariamente un tercer límite geográfico, dado que esta actividad tuvo por centro la ciudad de Buenos Aires) responde al objetivo general de esta selección, que más que dar a conocer la mejor poesía de un lugar y de un tiempo intenta hablar de sus  posiciones, sus movimientos, sus relaciones, mostrar algo que es mucho más que un espacio o campo o instituciones y que atraviesa la cultura: los poemas y poéticas que permiten construir estas abstracciones. Quizás el más bello poema erótico escrito en la Argentina sea Del buen amor  (1980), de Daniel Rodríguez Mujica, autor que publicó su primer libro en 1976 y que no figura aquí porque no participó de ninguna revista. Siguiendo las mismas restricciones elegidas, hay autores de obras seguramente importantes que sí participaron, y activamente, en dicho movimiento pero, al haber publicado su primer libro con anterioridad a 1976, tampoco están incluidos. 


La idea es tan sencilla que puede resultar difícil de entender: quien busque leer la mejor poesía de la época, más que recurrir a esta u otra antología, tendrá que tomarse el trabajo de leer los libros publicados en le época: quien quiera formarse una idea de lo qué pasó poéticamente en aquellos años, en cambio, podrá encontrar en estas páginas una aproximación, una ayuda o un obstáculo, una perspectiva.


III



El golpe liberal-militar tuvo lugar en marzo de 1976; las revistas comenzaron a publicarse hacia fines de 1979. Hicieron falta tres o cuatro años para organizar estas respuestas al miedo, lo que tiene su explicación: en un ambiente signado por la censura a los escritos y la persecución de las personas, en el que incluso la apariencia de pensar era sospechosa, y donde por otro lado las dificultades eran enormes, la publicación de revistas rodeada de obstáculos amenazantes, era a la vez una especie de locura y un acto de sensatez. Un desafió que bien valía la demora de meses o años en la publicación de cada número: rompía cierto silencio deseado por la autocracia gobernante, y por otro lado ofrecía variantes distintas a las de los medios masivos, todos sujetos al control oficial. La posibilidad de circulación de voces que presentaban las revistas suscitaba un entusiasmo en autores y lectores que a su vez entusiasmaba a los editores: el círculo se realimentaba.


Este cumulo de circunstancias explicaría las coincidencias que mostraron las revistas entre ellas: en primer lugar todas tenían la idea de que publicarlas era una necesidad: una difusa acepción de necesidad que mezclaba ingredientes personales, literarios, políticos, etc. En segundo lugar, todas asumieron con mayor o menor recato una pose antiacadémica, de diferenciación con lo instituido. Finalmente, con la sola excepción de Último Reino, cumplieron con una cualidad esencial de la literatura, fueron objetos de resistencia al estado de cosas reinante en su época. Alguien podría reírse del poder de esta resistencia, de su eficacia sobre la realidad; tendría razón –siguiendo el primado de la aritmética- en términos del resultado social,  pero se olvidaría que tanto la resistencia como la realidad tienen múltiples dimensiones y que la individual o poética, por ejemplo, no son las menos importantes.


Por otro lado, hubo una diferencia fundamental entre las revistas, positiva para el refuerzo de la literatura: cada una de ellas privilegió o descartó alguna poética. Cada poética, habría que decir, es distinta de las otras para empezar por sus modos de usar el lenguaje. Esta afirmación refiere a un par de prejuicios más o menos extendidos que hubo por aquellos tiempos, y que en menor medida sigue habiendo. Según el primero el trabajo formal no es necesario para que se constituya el poema; por el contrario, suele ser un exceso. Según el segundo no necesariamente los poemas son significativos: algunos no significan nada. Ambos prejuicios generalmente conviven. Contra ellos habría que insistir diciendo que todas las poéticas, sin excepción, operan formalmente, que todas tienen sus artificios; la poética de la no forma, del grado retórico cero, es llanamente imposible. Y que cada poema, por ser una operación lingüística, nunca deja de significar algo, aunque este significado sea relativo a cada encuentro entre el poema y el lector. Una poética del puro artificio, del grado semántico cero, es tan imposible como la anterior, y así lo demuestran todos los intentos en este sentido.


Las consecuencias de ambos prejuicios no son intrascendentes. Afirmar la imposibilidad final de leer ciertos poemas, considerarlos ilegibles, es predisponer a los lectores para su no-lectura. También es juzgarlos como una especie de oligofrénicos, de intelectualmente incapaces que necesitan un lenguaje especial para entender lo que está escrito. Por su parte sostener que la significación la dispone el autor, la inscribe definitivamente en el poema como su “contenido”, y esto es lo que el lector lee o debe leer, lleva a una visión autoritaria de la literatura: en ella el autor pasa a ser el dueño de la verdad del poema, el lector es reducido a un simple receptor pasivo –cuando no a un cliente-, y el poema es subordinado a un contenido previo y homologado a la calidad de mensaje; en muchos casos se lo subordina a fines persuasivos, se lo piensa como instrumento para la tarea publicitaria o pedagógica o catequizadora de cambiar la conciencia de los otros. En ambos prejuicios tanto el poema como el lector –y para quienes no gustan del autoritarismo también  el autor- sufren minusvalía.


IV



1. La poética surrealista tuvo su baluarte en las revistas Poddema (N° 1, 1979) y Signo Ascendente, su  continuación, que defendieron los principios teóricos y las prácticas surrealistas establecidos desde la década del 20. Respecto de estas últimas, su propuesta es “un doble curso de, por un lado, atestiguar en la acción la vida más íntima, la vida de lo inconciente, la vida del deseo, la vida mágica, y por el otro, la constante oposición a la situación social que nos toca vivir”. “El surrealismo, objeto ante todo de nuestro deseo, aunque para muchos ese cadáver de sí mismo o de las circunstancias, pero en alguna medida útil o bellamente anecdótico, según sean las sórdidas modalidades de esa razón de cuatro paredes que todavía persiste, es en nuestro caso menos  el sitio de reconocimiento de afinidades accidentales, exteriores que el de una instancia por cuya fuerza no podemos  sino abandonarlo todo, a fin de recobrarlo todo, definitivamente.”  Su último N°, el 2-3, de 1982, condenando el uso de la poesía y el arte como espectáculo comercial, se ocupa de ciertos eventos para-oficiales y de la “sórdida, descarada colaboración” de los artistas en su realización, entre ellos del “mayor acontecimiento cultural de la época”, los concursos Coca-Cola, en los que participaron muchos poetas destacados –entre ellos los poetas ‘surrealistas’ de más renombre- y miles de jóvenes poetas, entre ellos algunos contestatarios de palabra, agraciados con el don de la ubicuidad en los hechos.


2. La poética inmediatista que fuera dominante en los años 60-70 continuó  vigente tras el golpe militar con distintas variantes, aunque lejos de dominar el  panorama. Dichas variantes tienen en común la idea –utópica o totalitaria- de que la  poesía debe llegar a todos. Lo que necesariamente repercute en  el lenguaje de los poemas, haciéndole a veces ganar en cotidianeidad, a veces en simplicidad (la complejidad que aparenta su contrario), y a veces, para usar un eufemismo, en pobreza. La supuesta cotidianeidad del lenguaje hace que muchos llamen a esta corriente coloquial, y la relación con los lectores que sea definida por otros como populista. El nombre de inmediatista tiene en cuenta primero que en los poemas se escribe sobre lo inmediato, luego que se procura que el que lea entienda de inmediato, o, a veces, que entienda sólo lo inmediato, y por último que también se defiende una escritura inmediata, al menos es lo que parece por el unánime repudio a las escrituras complejas, a la minuciosa tarea con el lenguaje, a lo que llaman “artificio”. Otras dos coincidencias básicas son la concepción de la poesía como un medio –de comunicación, de expresión, de “concientización”, etc-, que implica que medios y fines son separables, diferentes entre sí, debiendo los primeros servir a los segundos; y la idea de que el poema tiene dos aspectos asimismo separables y diferentes, un contenido, principal, que debe primar, y una forma, accesoria, cuta función es servir a aquél (las prevenciones contra lo formal de esta concepción tiene su fundamento: el trabajo con la forma libera al poema de su servidumbre al contenido, impide que sea manipulado con fines extrapoéticos). De acuerdo a que inmediatez

refieran los poemas –lo individual, lo social, el paisaje- las variantes de esta poética son diversas.


A-Una corriente cuya temática suele presentar al autor como protagonista del poema, reivindicadora de la década de’60 y con influencias formales de la poesía norteamericana, sobre todo de las propuestas beatniks, tuvo su órgano en La Danza del Ratón (N°1, 1981), que a lo  largo de sus primeras entregas da cuenta, con notas y antologías, de importantes sectores de la poesía estadounidense –poesía negra, poesía chicana, poesía lesbiana, escuela de Nueva York, Ferlinghetti, Pound, etc. En un artículo del segundo número su director Jonio González niega las prácticas romántica, pop, del tango, formalista (y otros “ismos” más que no identifica) por no contener poesía, por ser sólo “retóricas”. Otros artículos distinguen las poéticas “válidas” de las otras, o hablan, de lo que supone poesías falsas, de “la poesía verdadera”. Esta, se afirma, confiando en la segura virtud poética del tema, ha de ser vida, expresión de la persona del poeta, “utensilio que manifieste mi pensamiento y también mi cuerpo y mis sentidos, el lugar donde habito, el mundo que camino”. Su función debe ser comunicacional, el poema, un mensaje sobre su persona y su tiempo lanzado hacia el prójimo y el  porvenir: “si la poesía ya no es vida, ya no testimonio, ya no confesión, sino mera literatura (…)  cómo (…) sabrán las futuras generaciones cómo fuimos, que hicimos, lo que nos sucedió y cómo nos sucedió”. Según su codirector Javier Cófreces hay que “convertir los versos en verdaderos espacios de comunicación y conocimiento”; para él la “intención última”  de la poesía es ser “vía permanente de participación comunitaria”. Lo comunitario, el futuro, el testimonio, la confesión: en estas reflexiones la poesía es destacada como un medio para la consecución de nobles fines sociales. Coherentemente, también la revista se concibe como un medio –de divulgación, de difusión- de ahí la abundancia de artículos informativos, de tono periodístico. En sus artículos declarativos, invariablemente presentes, la revista sostiene opiniones contundentes pero a veces ligeras; más de una vez los directores se arrepintieron inmediatamente después de publicarlas. La más notoria quizá sea la caracterización que dieron de la poesía de su época como maloliente y agonizante, (mientras sucedía, como dice un editorial posterior, que “la nueva poesía está bien viva”). También, luego de haber negado una serie de poeticas, empezaron a publicar poemas y autores que las practicaban: con el correr de los números dieron espacio creciente a los poetas del lenguaje: incluso algunos de sus animadores comenzaron a practicar ese rumbo. Respecto de la relación de la revista con su época dice un editorial (N° 3-4) “ Este pequeño casi anónimo ratón indefenso a las tramperas del poder, resiste y encuentra en la poesía una de las posibles formas de resistencia. Resistencia contra la muerte de lo humano, contra la muerte del desinterés, del afecto, de la solidaridad, de la dignidad. De la libertad y la justicia. Resistencia contra el imperio todo de la muerte.



B-La segunda variante es bastante similar, aunque acentúa el tono local, la coloración porteña, y un cierto parentesco con el tango. Oliverio –unas páginas fotocopiadas que reproducen poemas éditos y unas pocas decenas de ejemplares por cada número- no era una revista según editorializaron sus directores en el primer número (diciembre de 1979), pero se le fue pareciendo con el correr de las entregas y cuando ya no se podía negar tal carácter, cerca de un año después dejo de aparecer. No fue de ningún modo órgano representativo de esta segunda variante, tuvo un espectro mucho más amplio y una intención de difundir toda la poesía argentina, pero sus directores escribieron dentro de esta modalidad.


C-La tercera variante continúa y a la vez rompe con la que predominó en los años ’60 y principios de los ’70, sosteniendo posiciones próximas a la teoría del realismo socialista, aunque no siempre desde la misma idea política. La constante de esta vía inmediatista era subordinar el poema y la poesía a una idea superior relacionada con un cambio social próximo, la revolución. Pero el golpe militar disolvió más de una certeza, más de una fe ciega en las ideas superiores. Sus cultores venían imitando al gran modelo, Gelman, aunque vuelto “cliché” (los mejores poemas de éste no son en absoluto inmediatistas, la virtud del cliché fue en este caso tornar inmediato lo que no  lo era) pero desde el advenimiento de la dictadura los nuevos escritos empezaron a quedar atravesados por la duda: proclamaron, no sin un tono doloroso, la relatividad de lo verdadero, o renegando del inmediatismo se dedicaron a practicar una poesía del lenguaje. En el grupo El Ladrillo, que se formó en 1974 cerca de las ideas de una poesía para la revolución y que se mantuvo tras el golpe como un grupo de amigos sin una poética común, coexistieron ambas posiciones.


3-La poética neorromántica tuvo su órgano en la revista Último Reino, nombre que expresa una concepción apocalíptica de la historia, para la cual su romanticismo -un romanticismo próximo al de los Himnos a la Noche de Novalis y que continúa a los poetas neorrománticos argentinos de los ’40- es, respecto a la humanidad, uno de los últimos reinos. Cuando apareció el primer número (1979) sus responsables afirmaron estar editando una revista de pocos para pocos, pero a la vez fueron construyendo una política tendiente a expandirse y constituir un movimiento neorromántico numeroso y poderoso, para lo cual sus instrumentos básicos fueron una revista exclusiva para el movimiento (más otra, La Puerta, incluida en la primera que servía de atracción  y filtro para los no miembros) y una editora de libros (también con dos sellos editoriales, Último Reino y La Lámpara Errante, que repetía el mismo procedimiento). Su director declaró a la revista Cultura Casa del Hombre: “representamos a una cantidad de gente que como dije antes, excede en mucho, el staff de la revista. Por las adhesiones recibidas y por las compatibilidades y las hermandades poéticas que hemos ido tejiendo, representamos un movimiento muy grande.” En cuanto a la poética predominante, no l a única, se basa en la cosmovisión de un protagonista, identificado con el poeta, que se ubica fuera del mundo –y de las cosas y personas que lo habitan-, que niega su cuerpo, y hace de sus circunstancias la soledad y el aislamiento. Si la felicidad o la sabiduría o la realización espiritual fueron posibles, lo fueron en una Antigüedad dorada, perdida irremediablemente. Reinan en los poemas, por tanto, la impotencia, la desesperanza como voluntad. “Hemos atravesado el aire y las estrellas /en busca de un comienzo o un fin, /y sólo hemos hallado el espacio y el silencio infinito.// Señor de la noche/ hágase tu Voluntad/ venga a nosotros tu Reino: /las manos vacías, / el fin de todos los sueños. (…) empieza Señor de la Noche, de Mario Morales, maestro de buena parte de los adherentes iniciales a esta poética. Así se dibuja un ámbito privilegiado para el protagonista: la Noche, escrita con mayúsculas, uno de cuyos efectos es borrar el mundo, impedir la acción de la mirada. En el N° 1, pág 1, a la manera de prólogo a toda la revista, los seis versos siguientes son significativos: “Y nosotros, ardientes de espejismos no saciados/ alzamos nuestro corazón y nuestra palabra/ como una reliquia/ y nos hundimos/ en la Gran Noche.” La palabra noche fue usada con frecuencia en los poemas escritos por esos años, aunque de diferentes modos; en algunos funcionó como un tropos cargado negativamente, una metáfora de la época, la larga noche en que el país, gobernado por el régimen militar, estaba asumido; por el contrario, en los poemas neorrománticos la Noche tuvo lugar positivo (Gran Noche), funcionó como topos, lugar de refugio contra el mundo. Caracteriza también a esta poética un rechazo absoluto a la razón; para la tradición romántica, cuando la Revolución Francesa entronizó a la Razón como una Diosa y desató el Terror, su rechazo tuvo un sentido opositor; en la Argentina, en momentos en que la razón era perseguida por el régimen militar y víctima de su terror, el rechazo neorromántico adquirió un sentido precisamente contrario. Por lo demás, la abstinencia al uso de la razón como instrumento crítico aparta a este neorromanticismo de la tradición romántica de pensadores y ensayistas inquietos. El desinterés por su época como principio poético también coincide con un deseo político del gobierno, al que le convenía toda manifestación o posición que se desinteresase por la realidad social o los prójimos y resignase el uso de la razón como instrumento crítico. Así este neorromanticismo leído en relación a su época terminó coincidiendo –más allá de la intención, o aún a pesar de la intención, o aún a pesar de la intención de sus adherentes, seguramente contrarios a la dictadura- como expresión poética, con los deseos del régimen militar; un régimen  indiferente a la poesía y al romanticismo y una poética indiferente a lo que sus poemas pudieran significar dadas las circunstancias en que fueron escritos. También, a pesar de sus pretensiones de ahistoricidad e intemporalidad, resultó la poética más coyunturalmente fluctuante: cuando el proceso militar inicia su gobierno, la poética cobra fuerzas; cuando se derrumba tras la aventura de las Islas Malvinas, el movimiento neorromántico también se derrumba: una marcada transformación en los poemas que escriben sus ex-adherentes y en los que publican la revista y la editorial, señalan, hacia la segunda mitad de los’80, la renuncia masiva (con excepciones, a las que entonces de lo que aquí se dice no cabe) al neorromanticismo. Curioso: esta poética no toleraría, dado lo que los poemas afirman, ser abandonada sin más, como una moda. Fue llamativa por la homogeneidad en la escritura de muchos poemas, que si no tuvieran firma se podrían atribuir  indistintamente a cualquier autor, o a un solo autor, por la tentación predominante a disolver las diferencias individuales en la individualidad del grupo. Sin embargo su importancia es relativa: demasiado ligada con una época, pasada esa época hasta para sus propios cultores se hizo insostenible.


4-La revista XUL Signo viejo y nuevo, de la que participé desde su fundación, comenzó a aparecer en 1980 y rechazó en todo momento ser vocero de un grupo, un movimiento o una poética. Por el contrario se empecinó en destacar a través de sus colaboraciones que cada escritor tenía su individualidad y su diferencia con los otros. Si algo hay en común entre ellos, dice la presentación del N° 5, es que sus escritos participan en la “transformación de los usos y costumbres de las líricas dominantes.” La presencia del signo viejo y nuevo en el nombre de l a revista tiene que ver con esta idea: defensa de la tradición, pero de una tradición que se transforma constantemente porque no echa raíces; “la naturaleza del poema –se afirma en otra nota editorial-[es ser] viejo y nuevo a la vez”. Más característica aún parece ser la constante preocupación común, mostrada en los poemas, por el lenguaje y la forma. No sería incorrecto entonces catalogar a este conjunto heterogéneo, inabarcable dentro de una definición única, de “poetas del lenguaje”, y a la revista de publicación dedicada a la “poesía del lenguaje”, pero además es cierto que fue una de las tentativas por dar cuenta, mediante la escritura poética, del momento histórico en que se vivía. Referencia a hechos puntuales (el poema sobres las Madres de Plaza de Mayo de Roberto Ferro, El Malvino de Nahuel Santana, Los Diez Mil Ausentes de Osvaldo Aguirre, los poemas de diversos autores sobre el caso Shocklender, etc.) o actitudes más generales (el recorrido de la esquizofrenia social en el caso de Jorge Lépore, la homosexualidad pública en el de Néstor Perlongher, la confluencia de filosofía e “incultura” en el Lobo Boquincho, entre otros) dicen de una escritura incisiva, que a través de los poemas pone en cuestión el orden de lo real. “Para XUL su compromiso con la realidad pasa por un compromiso con la lengua” afirma el editorial del N°4. En los sucesivos editoriales predominan las reflexiones sobre temas teórico-literarios, de la sociedad poética y de la coyuntura social en general. El uso metódico de la razón –una razón por cierto apasionada- en los escritos publicados es una característica destacable: dice del intento, infrecuente en las revistas de poesía, de una actitud crítica rigurosa y a la vez arriesgada, superadora de lo habitual nota informativa o el mero comentario bibliográfico, y que invita a la polémica. El N° 6, dedicado a Oliverio Girondo, es un ejemplo de ello.  En cuanto a las poéticas que encontraron en esta revista un espacio, serán posiblemente consideradas las más influyentes de su tiempo. En cambio su única propuesta positiva, que no fue poética, sino de reacción contra la mediocridad reinante, no tuvo aceptación en la mayoría de los casos: la de un pensamiento y una pasión exigentes consigo mismos.


5-La revista Sátura comenzó a publicarse en 1980 bajo la dirección de Fernando Kofman acompañado en los primeros números por Mario Aufgang y luego por Esteban Moore. Aunque tuvo un criterio de publicación amplio, es llamativa por lo poco frecuente en un medio cultural como el argentino, afrancesado, la atracción de los responsables por la literatura anglosajona y centro europeo. En sucesivos ensayos el director dio a conocer sus principios poéticos: conciencia y atención sobre el empleo del lenguaje, voz personal (y no voces asumidas en la moda, la imitación o la escuela), conocimiento tanto de lo inmediato como de lo trascendente no divorciado de la emoción, trabajo sobre el poema. En El poeta frente a la economía (N°3) dice: “El objeto de todo poeta es trabajar en una obra que vulnere el tiempo, que resista lo efímero”, “lo que un poeta, estimo, no debe perder nunca de vista, es el sentido que adopta una sociedad”, todo arte debe sustentar “un sentido trascendente que no deje en paz ni la propia conciencia ni otras”. También concibió a las revistas como medio eficaz de resistir el anquilosamiento de la literatura que intentan las instituciones del establishment  y coherentemente publicó notas y antologías dando cuenta de esta realidad. Otro tanto hizo con un segmento relativamente marginado, el de los poetas de lo que da en llamar el interior del país. En otro ensayo, La poesía en nuestro período del terror, se lee: “Nadie ignora ahora el genocidio que hemos padecido, el horror que convivió con nosotros y disolvió nuestro lenguaje. Sin embargo, aquello que observa George Steiner en la literatura que se manifestó en el período nazi:’ el idioma no fue inocente de los horrores’ y ‘el idioma si deja de ser un organismo vivo deja de ser idioma’, ha caído como una terrible verdad sobre la poesía que se manifestó entre 1976-1983, años de barbarie, de extendida irracionalidad.”


6-Una sexta poética, de estilo próximo al aforismo y que se viene continuando a través de los años con autores como Antonio Porchia, Roberto Juarroz y Guillermo Boido, siguió presente en esta época aunque con muy pocos adherentes. Carlos Vitale, uno de ellos, no publicó una revista pero fue responsable de las ediciones Mano de Obra.


V



Las revistas de poesía tuvieron una vida ardua y en muchos casos y efímera. Si su destino no es perdura sino facilitar, casi todas las nombradas cumplieron con su destino. Un destino por otro lado agraciado por el fenómeno mayor del cual formaron parte: en esos la poesía tuvo una fertilidad notable en cantidad y calidad si se la compara con la chatura e improductividad del resto de las formas literarias; la narrativa por ejemplo. Quizás en esta diferencia algo tenga que ver con la mayor facilidad de la escritura poética para eludir la censura, que muy a pesar de quienes censuran provoca resultados incontrolables. Los lectores, como efecto no deseado por los guardianes, suelen adquirir cierta destreza para leer entre líneas, buscar otros significados además de los aparentes: se vuelven lectores hábiles. Lo que en principio resulta en más gente dispuesta a leer poesía. Estas razones seguramente se entrelazan  con las del segundo fenómeno que hay que destacar en la época: el notorio deslizamiento en el gusto literario de los escritores, primero hacia la poesía, y dentro de ella hacia las poéticas del lenguaje, mientras las inmediatistas, que dominaron hasta la primera mitad de los 70, fueron en líneas generales abandonadas progresivamente y el neorromanticismo ardió por un lustro y luego se consumió: sus mismos cultores echaron agua sobre las cenizas (sin lograr apagarlas del todo). 

La historia se deleita con estos cambios, con estos conflictos, porque son su leitmotiv. Para la literatura, que es transhistórica son apenas objetos de curiosidad, hechos sin trascendencia: si uno quiere dedicarse a ella puede omitirlos. La literatura es inexplicable para la historia porque en las letras no hay evolución, no hay superación de una corriente por otra, no hay síntesis : en cada tiempo hay numerosas y fugaces poéticas que conviven, algunas más poderosas que otras. Si la fugacidad es su modo de ser las poéticas del lenguaje en su ascenso llevan en sí el germen de su destrucción; para decirlo de alguna manera  ya están corruptas  y pronto culminarán su desplazamiento. >Y porque el gusto también es fugaz lo mismo sucederá con el “museo de simpatías y diferencias” que pretende ser esta antología: el tiempo irá arrancando a la preferencia de los lectores un dictamen: el verdadero antólogo es el tiempo.


(Buenos Aires, 1989)



Jorge Santiago Perednik (Buenos Aires, 1952-2011) Poeta, traductor, ensayista y editor.  Publicó Los mil micos (1979), El cuerpo del horror (1981), El shock de los lender (1985), Un pedazo del año (1986), El fin del no (1991) Variaciones pad-in (1996), La desconocida-Circo macedonista sobre Adriana Buenos Aires (1998), El gran derrapador (2002), El todo, la parte (México, 2005) y La querella de los gustos (2006). En los años 80 fundó la revista de poesía “Xul, signo viejo y nuevo” y dio a conocer una relevante antología, Nueva poesía Argentina, durante la dictadura (1976-1983). En la que en la contratapa a su segunda edición destacó: “Este es uno  de los libros que mayor revuelo causó en la historia de la poesía argentina, al punto de adquirir una suerte de carácter mítico: muchos eran los que hablaban de él, pero muy pocos lo habían leído y conocido directamente sus tesis.”




Miguel Pérez: LA CALLE ESA. ESA CALLE DE LONDRES (Sueño en la arteria del azar en el paseo 2018)

 








 

 




                       “(…) ¡Pero el reloj no habrá llegado a tocar sólo la hora de puro dolor! ¿Voy a ser alzado                            como un niño, para jugar al paraíso en olvido de toda desgracia? (…)”

                            Rimbaud (1886).


                                              Escribo en South Molton Street lo que veo y oigo en las regiones de la                                                      Humanidad, en las calles de Londres que se revelan.

                                              Blake ([1804-1820] 2014).



yo caminaba la calle esa de Londres

pero de este lado de la pared

yo caminaba sobre el arco de tus ojos

yo caminaba por la orilla del asombro

y tenía miedo de encontrar la otra pared del sueño

yo entré a The Savoy como quien ya estuvo antes

y caminaba la calle esa... Esa calle de Londres

bajaba de tus ojos a las puntas de tus senos

con mucho temor de hacerte daño

contemplaba en las areolas un despliegue de alquimia

y mucho más pequeño como en el desborde del vacío

me sentí

en el mármol de tu pecho reconozco los senos del sueño

colgando en ritmo y rima de los blancos de las gaviotas

la música que rodea los dones y el silencio del mar

la hora más triste de los ríos

es la hora más triste de los bares

y ya en confianza tú y yo en la oscuridad

ascendía por esa calle abierta y espléndida

toda blanca, bordes de todos los blancos

pero a la vuelta de la mañana o de la noche

yo caminaba la calle de un poema de Blake

y ayudé a los niños encarbonados

las chimeneas es una cola de humo

a escapar de la policía y canté a una mujer

solitaria que esperaba por unos chelines

por ese rato de la noche más oscura

en que la tierra penetra la sombra y son uno

la canción más antigua de los tulipanes

en la esquina más triste del Soho

en la esquina más bonita del Soho

y ella sonrió como sonríe la virgen 

cuando el niño Miguel daba de comer a las turcas

y apareció la ansiedad lo insondable el abismo

las sábanas blancas la indescifrable soledad

las sábanas que no protegen del frío a la soledad

y detrás de la catedral de San Pablo 

caminaba la Abadía de Westminster

y Louise me miraba y yo la miraba

Los jardines tus ojos tu vestido tu reloj

tu perfume tu pintura tu brasier preferido

los restos de unas gotas de lluvia sobre las manzanas

el café, las manzanas y el periódico

y unas manos temblorosas frente a unos labios temblorosos

el resplandor el sol los cisnes el gavilán parado sobre las estelas del vuelo

el vuelo es una rama de las alturas

el salto de una a la otra pared del relámpago

la danza de un edificio que no cae el diálogo de la luz y el vacío

el travesaño del temblor los pasadizos del abismo

tembló el gavilán y temblaron las alturas

los senderos del aire, vuelo y gavilán, esta calle

el jardín de la tempestad un olvido del río

girasoles y lenguaje del valle de Lambeth 

y los caballos frente a  the Savoy

pacientes, inmóviles, posan

para la supervisión de un dios

reunión de coches y cocheros

y era the Savoy el que en realidad estaba estacionado

atracado sobre los cascos de los caballos

y pasó una carreta llena de girasoles y trigo

y otra cargada de telas multicolores

y el coche bastante elegante de una duquesa

desheredada por amor al frente de una compañía de circo

procedente de Cardiff con destino a Edimburgo

seguida de veinte caballos tendidos

Pocas veces la mirada azul de unos ojos 

encontraron acomodo en la magnificencia de los narcisos 

bares de puertas abiertas al río y desembarco directo al Támesis

Inglaterra compraba a Rusia granos y maderas

aquella era una calle de Londres ¿cómo se llama esta calle?

como eran las calles de Londres a la luz de los faroles

y el río allí cabeceando la orilla

de tú a tú con la calle

y allí un parque y una iglesia allí con la lengua afuera

yo caminaba la calle esa de Londres

más bien leía un poema, yo que sé

Un poema la hoja del árbol prohibido

el jarrón gótico que la noche escondió en tu oreja

el palacio y las ovejas y los peces

y se esperaba la llegada de las cabras en manadas

las ovejas, el palacio y los peces

las cabras dispersadas camino a Belén

y los bosques vecinos alzados

ardiendo en el oro de sol sobre la inmensa terraza de la tarde

los peces, las ovejas y el palacio

los peces sobre las hierbas fuera del agua

las hierbas y las ovejas al ras del agua

yo estaba allí en esa calle de Londres

en esa esquina de las siete flores

y de los siete jardines y de las siete mujeres

y de las siete esquinas del mundo

allí donde al profeta Ezequiel y Blake se les vio conversar

allí frente a Isaías el infinito no hacía sino temblar

y Blake era capaz de esconderlo en la mano

en el césped de la terraza de Lambeth

y el Sr. y la Sra. Blake: —¡Adelante! ¡Somos Adán y Eva, usted sabe!

y el escándalo paralizaba a los vecinos 

un hilito de té evaporándose

o una ramita de humo de tabaco importada de Barinas

busca las alturas como una garza

a la orilla de un peral vigorosamente verde

a modo de límites del camino que se devuelve 

del misterio y es tan misterioso como un castillo

de las mil y una noche o un cuento de Chaucer

yo caminaba con cuidado tenía sueño

siempre tengo sueño tus ojos me vigilaban ¿sabes?

esa calle de Londres pero yo hablo del río

de la acuarela de Blake a la que el río 

pretende parecerse con el paso de los años

hablo del río más elegante de Londres

yo hablo de tu pelo de tus ojos de Londres y el río

esa calle de Londres que son todos los amores

tu brasier el toque final que dispone el espejo

el perfume y la silueta de tu perfil en el tocador

pero en la esquina debajo de un paragua

Charles Dickens saca del bolsillo unas monedas

y le pide a la joven que regrese a casa

y ve la otra de la otra esquina y hace lo mismo

y había ganas de llover en la ausencia

y la mirada de Londres son estos ojos

los amigos mi padre y los amigos de mi madre

dios el diablo el cielo el infierno el bien y el mal

el perro un gatito debajo del piano

un perro y un gato, la luna y la estrella

¡Alto! Mis carencias desbordan

y tienen derecho a decir algo

a cruzar el poema. ¡Alto!  Marco territorio, pues ¡ALTO!

Despierto el abismo se multiplica en mí.

Me llena de pavor

Dormido lo cruzo. No temo.

Hablo de un sueño 

de mi novia la finlandesa acostada en la bañera 

de la escalera de Jacob

por la que bajé de tus ojos a tu pecho

y vi tus senos como dos colinas brotando del agua 

flotando entre las espumas de agua y jabón

hablo de mi amor

Mi amor vive sobre el río a orillas de la luna

mi amor vive en la ciudad de la angustia

hablo del río, la luna y la orilla

hablo del río que la luna alumbra y desaparece

del río que nunca quiere despertarse

pero que sólo puedo encontrar en la calle esa de Londres

Esa calle de Londres... la calle esa...

que huye de la que es y es otra y es la misma

la eterna y la perecedera, la clásica,

la calle que al voltear se esconde en la bruma

y es un misterio junto al rio

y hacia atrás tal vez desde un balcón

en la esquina más bonita de Soho

un poco más abajo de la leona de la izquierda

el gris del Támesis es el mismo del cielo

y una misma bruma apagada cielo y río

o el río baja del cielo o el cielo sube del río

en los hombros de una resolana incapaz

de alegrar la bruma y a uno le parece

que la ciudad está trasnochada

y a uno lo persigue una mañanita nublada, muy fría, 

y son estos los ojos de Londres

Esta calle que son todos los libros y todos los poetas

un piano y las rameras caídas del cielo

y el teatro y el vino y las maravillas descubiertas

Y los inventos que están por venir

y a la vuelta del día de este otro lado de la noche

tus senos echados como un par de leonas

sobre tu pecho de mármol blanco encargado a Italia

senos sin desperdicios al descubierto

a los que concurren todos los blancos

blanco mármol de carrara, blanco de nieve

blanco de nube, blanco de luna llena

blanco de noche blanca y río cubierto de nieve

blanco del río Moscú congelado

Río Moscova, río de Irlanda

piedra de agua navidad blanca

pájaro blanco que durmió la nieve entre sus brazos

lluvia y nieve pájaro y nieve

blancas nubes recogidas en los tobillos de los nogales

o tiras de algodón cubriendo la calle

enredadas entre los árboles o estacionadas sobre el suelo 

de las que manzanos nogales y caobas

apenas logran conservar pocas partes limpias

abrigo la certeza que eran las nubes 

las que allí estaban recogidas

el coche completamente cubierto de nieve

—En mis ojos nieva, pero me doy cuenta

que estuviste miedo de emigrar... 

ven conmigo a mi corazón puerta adentro

aquí no morirás de frío. Prefirió el vuelo

del otro lado de la pared del sueño

cuando apoyé mi cabeza en tu pecho

lo vi bajar y subir por la escalera de la nieve

Oí la lluvia en mis ojos

 oí y soñé de nuevo:

—Está cayendo una nevada muy bonita

seca y nítida, como un grabado de Dickens.

Todo está oscuro de blanco

blanco de los polos larga noche largo día de los blancos

¡No! Blanco de los templos griegos

y yo pendiente que descendieras del taxi

que te escaparas del cuadro, del sueño

que descendieras del bus de dos pisos

que abandonaras el trineo tirado por perros

—se están deslizando en trineo por Primrose Hill…

dice la radio Ha comenzado la fiesta del invierno

y yo allí en esa estación de la noche

esperando que vinieras a mi encuentro

yo había sospechado algo

del otro lado de la pared de la oficina

pero jamás lo que ahora palpo

sobre las líneas y el color de tu desnudo

pero la calle y lo que rodeaba la calle, si

y esa otra pared la del sueño que no era una pared

una integración de espacios diversos

la calle bajaba y subía de tu cuerpo

escapaba de ella y escapaba de tu cuerpo

esta calle que descubro en tus labios y devora el día

¡Cierto! NADA ESPERO DEL DÍA. El día es descanso y horror

la noche es trabajo desde el comienzo del sueño

y ¡toda mujer es la ciudad que habita!

Carga una ciudad sobre sus hombros 

la ciudad para la que se pinta y camina

una sola cadera mujer y ciudad

la ciudad camina como la mujer más fiel a la ciudad

—es increíble el vaivén de caderas desplazándose 

entre la Oxford Street  y la otra calle que no sé su nombre y no es real

la ciudad la pierde o salva. Es gracia. Horror locura y recompensa

siempre un movimiento siempre en construcción 

tú la cargas entre tus senos  y también muy adentro

la consientes o proteges como cuidas tus partes íntimas

Ahora veo la entrada de un litoral blanco. 

Me lleva a la terraza de tu pecho

Pero que unas palomas interrumpieran su viaje

y comieran en mi mano a los pies de la columna de Nelson

el museo es entonces la habitación bendecida por el cielo

el probable regreso a Atenas o tal vez a Ítaca

esa calle de Londres esa esquina de la vuelta del rio

esa calle del poema de Blake

el reloj el vestido los libros los amigos

La espuma y la bañera justificadas en tu desnudez

la espuma y el río cuando duermo y escribo

y confundo día y noche y me desilusiono

y vuelvo a empezar y te vuelvo a decir

que eres lo único bonito que tengo

esa calle del poema de Blake

y así

la corriente del Río de Albión, asoma,

el puente que se echa a un lado cuando asoma un barco

asoma la otra tentación de los jardines de Cromwell

asoma la celebración de la ciudad

¡atroz prodigio Humano de Dios!

la construyó Los

fuera de las puertas del Corazón Humano

en medio de las rocas de los Altares de Albión, 

pero las interrupciones cuentan, 

la promesa de ir a Irlanda por un túnel secreto

la frontera con Escocia y la música clásica en la radio

en la esquina más bonita del Soho

en el centro de tus dos senos

en la esquina de la ciudad que te cobija

la nota de piano agota el asombro

la ópera y farol de la lluvia en otoño, regresa

todos los misterios los animales que anuncian la tristeza

y la noche empeñada de acentuar el invierno

el té el periódico la biblioteca todo Shakespeare

y Milton y las fuentes y los pájaros

el teatro el cine y los museos

y la familia de mi padre reunida

por el festejo del regreso de mi padre

y los pasos de mi padre sobre el humo de la aviación nazi

¡padre! del intento de Napoleón de colarse de incógnito

en los barcos de la bruma y tomar la ciudad

y después el adiós y el abrazo como si fuera el último

del ejército inglés del primer cataclismo bélico

y después los vuelos rasantes de la aviación nazi ¡padre!

y la ciudad nerviosa el ave ante la proximidad del estallido de la bomba

que no es el estado de nervios con el que la mujer descubre el amor

hoy todo es distinto y todo es igual

una gripecita decretó el funeral de nadie

pero ya se enterraron sesenta mil ingleses

sin la despedida de los familiares

y sin el hombro de los amigos 

en secreto la fe también tiene miedo

The Economy desempolva la guerra de las naciones

—de toda Europa contra toda Francia —dijo Hugo, el grande

pero las cifras absolutas de los muertos bajo el casco de los caballos

difieren del valor relativo de los muertos en casas y hospitales, 

uno en un mundo de dos habitantes representa el 50%

uno en un mundo de siete personas es apenas el 14%

pero un solo poblador que cae, rompe los huesos

esta es la de un microorganismo contra el mundo

y llegó sin pedir permiso a las calles de Londres

y las dejó vacías sin los paseantes de los domingos

a los mares sin barcos y los cielos sin aviones 

desconsolada la BBC desconsolada, Londres

la paraliza el tráfico paralizado la duda la proximidad, el titular

que radio, tele y redes replican en cada hogar

en Madrid amontonan los cadáveres en las calles

y ya la foto es candidata a la denominación de foto del siglo

hoy la noticia es otra, la misma

la BBC replica a El País

en una ciudad italiana todos murieron

hoy la noticia de la BBC es otra

en París al Lovre lo convirtieron en un hospital

hoy The New York Time destaca en primera plana

en Nueva York el presidente de EEUU obliga

a los cadáveres seguir asistiendo a las fábricas

y como están congelados amenaza

con sacar el ejército a las calles

el presidente del Brasil sigue su ejemplo

—CNN en español añade—

amenaza y pide cárcel para gobernadores y alcaldes

convoca al pueblo a las calles y razona inteligentemente

—todos los días hay muertes y sangre en las carreteras

y no por eso cierran las fábricas de automóviles

desayuna con el más grande de los cementerios del mundo

y cena con la apuesta por el más grande de los cementerios del mundo

O Globo aplaude. Pero The Guardían ve para otra esquina

los círculos feministas, los más consecuentes laboristas

las calles de Londres, a las antiguas calles de la Edad Media

a toda Londres la recorre un fantasma

el presidente de Ecuador culpa al gobierno anterior

si le dicen que murieron 100. Él dice que murieron 10

—que todo anda muy bien

declara el secretario general de la OEA a CNN

y la presidenta usurpadora de Bolivia

denuncia que los cadáveres concentrados

frente a Palacio no la dejan ver televisión

el secretario general de la OEA

insiste que todo anda muy bien

y promete un memorial para los muertos

después de la convocatoria de un consejo de seguridad regional

después que los muertos abandonen el palacio

y la presidenta de Bolivia pueda ver televisión

—son los elegidos, los creados para destruir

es así en este tiempo san Rimbaud por aquí 

por Colombia, por Perú y por Chile

los derechos humanos son un charco de sangre

la desesperanza el desencanto o el realismo

deciden (todas a una): "Intervendré en política." 

no piensan, existen: "Me habré salvado… "

no piensan ni existen: —"¿Qué mentira debo sostener?"

tu audiencia crece La fauna es la misma

los Elegidos los Réprobos y los Redimidos

los creados para destruir son los dueños de la tierra

 el mundo es su hogar y Por viles y bajos que sean,

son llamados "los hombres honestos del mundo"

¿En qué quedamos, ciudad de Londres?

veo al mundo y aparece la sala blanca del museo Lennon

la soledad del piano animando la soledad de las calles

lo íngrimo el vacío llueve empapa

ahí viene el vacío la sala toda blanca

las calles son el otro rostro de la soledad

tan solas más solas el vacío la nada

el espectáculo del horror el vino y la muerte

el vino de la lucidez y el vino del desahogo

la ciudad tranquila la ciudad inquieta

la ciudad ave espantada por La piedra del destino

espectáculo vino y horror, espectáculo y ganancias

que si a Newton lo deleitaba ocupar la primera fila del palco

la danza terrible de los ahorcados

que Él mismo perseguía a los falsificadores de monedas

y los entregaba al verdugo

¡la Reivindicación de los derechos de la mujer, satanizada!

Wollstonecraf, la acosadora de Fuseli, 

en cada esquina de Londres

en cada esquina de Londres

los escándalos de Byron. El barco Bolívar

la visita de Bolívar en 1810 a la biblioteca Miranda

y el peligro de lucir una rosa roja en la solapa del traje

el encierro de 27 años de Mandela

y la estatua de Mandela frente al parlamento

¡No está mal!  Y sin embargo se mueve —sí, Galileo

—¿Por qué no habría de girar?, preguntaba

bajo el tizón encendido de la Comuna de París,

 el joven poeta de las tertulias incendiarias en el Sojo

—¡El mundo anda! y Assange triste, 

descuartizado, clavado en la cruz, abandonado,

¡el escarmiento postmoderno sella la actualidad!

—pero no en una sola dirección

vestidos rotos del sueño, nada nuevo bajo del sol,

Lo que yo está probado, en su momento era sólo algo imaginado

en Londres el más inocente de sus cronistas,

hace más de 240 vueltas de la tierra alrededor del sol

 a razón de 365 días con sus noches más cortas o más largas, la vuelta

el vocero del Dios Sol, apenas autor de las Canciones de una isla en la luna,

en el Londres de la buena carne y buena cerveza, 

de los alcaldes fornidos y saludables

con medias arrolladas por encima de las rodillas,

la —¡Buena hospitalidad inglesa! ¡Ah, por entonces no escaseaba!

—sin temer de las consecuencias escribí, 

orgulloso Isaías así lo dijo en la casa de Blake 

—¿La firme creencia de que una cosa es así la hace así?

—Así lo piensan todos los poetas y, en eras de imaginación, 

la firma persuasión movía montaña.

Sylvia en la torre de Yeats en Irlanda

escuchó una voz y vio los días por venir

—Bromeando, abrí uno de sus libros de teatro delante de Susan, 

para averiguar su “mensaje”, y leí: 

“Ve a buscar vino y comida para que te dé fuerza y valor,

 y yo me encargaré de prepararte la casa”.

a su regreso a Londres Sylvia vivió en el piso de Yeats

la eterna en el dolor y el sufrimiento

igual y distinta distraída y sacudida

el funeral de Diana, la farándula, los periódicos

la ciudad triste la ciudad de los huérfanos de amor 

La piedra del destino camino a Escocia

la ciudad tatuada la ciudad amada la ciudad odiada

la amable puerto seguro de los perseguidos

la cuidad que cierra sus puertas a los perseguidos

la de los raros como los paseantes de una mañana del domingo

¡all right poet el desfile de los hombres huecos!

y las estadísticas de las que no hablan los periódicos

las estadísticas subterráneas

el burdel de la noticia los caídos anuales

 enfermedades fácilmente curables

los insomnios los drogadictos los suicidas

los muertos del trabajo y los enloquecidos por el éxito

desde que es mundo

es una mala noticia el mundo

y un deseo de partir invade

¡Londres capital del mundo!

¡Londres capital del sueño!

pero al pero, otro pero

descubrió Thomas Moro descubrió

que la felicidad no habita en el mundo construido

reside en la aventura permanente de su posible construcción

pero la felicidad se oye cantar

en la calle esa… Esta calle de Londres

en esta ciudad en cualquier esquina

han visto a Dios en diálogo con Moisés

el de Darwin, Newton y Engels es otro deleite

otro taller, el de David Ricardo, Shakespeare y Marx 

pero de este diálogo la ciencia

contraatacó la fatalidad del Apocalipsis con el verdón del edén

un siglo antes un Ángel se le presentó a Blake

y le ordenó: Desciende a la tierra

y renueva las artes en la orilla británica

evitarás así veinte años de guerra contra Francia

Ya en la tierra en las afueras de Londres

como en el centro de Londres

muy cerca del engañoso Támesis

Blake al clausurar su primer taller de poesía

muy cerca del engañoso Támesis

frente al campo de Lambeth

de espalda al mundo de sus contemporáneos

después del cruce de opiniones y experiencias

los profetas Isaías y Ezequiel delegaron en Blake

la redacción del manifiesto, el menos de los contemporáneos

Blake asegura  que la salvación del hombre está en el arte

que el plomo de la guerra al chocar con un mirto imaginario

se vuelve nada ya que la imaginación

es el arte de contraatacar con lo desconocido

y el otro se mantiene enredado en la sorpresa de lo desconocido

un mirto de oro sin alma sombra de la vida

alegato de la imaginación tallado esculpido y pintado

a estas alturas no sé donde estoy

de este lado del sueño

converso una cerveza. Dylan está allí

y por la manera de anunciar el retorno del sol

por la manera  de soltar los labios

—Ahí viene el sol, la Abbey Road es el dios sol

(leo la pared del baño del Lazo Martí 

al más sabio de los estudiantes de bachillerato)

—Profe, Ud. sabe ayúdeme en la traducción de esta canción

un hervidero de percusión y cuerdas de metales

Londres es un sonido tan irreal como eterna y efímera

la de Eliot desaparece y refulge en el mito. ¡Mentira!

—Hay que leer a Eliot de atrás para adelante

Los, quiere decir sol, tiene la virtud del constructor

—Los está en Londres construyendo Golgonooza

pero la desnuda 

mujer me llama desde la ventana

las vocales bajan por tu pecho

en un torrente de blancos desenfrenados

y representan una estación del metro

y te dije en ese instante

la más dulce metáfora del Támesis

las orillas del Támesis te vigilan

ahí viene el Támesis

por él se va al cielo 

abandona todo sentimiento de culpa

Londres está en tu cuerpo, 

y así dimos con un poema de Shelley

que yo comenzaba y tú completabas

dame vino. Otra vez. Nuevos hallazgos.

y el amanecer llegó tumbando todo en una línea de Dylan

repítela más lento, baja hasta el fondo

Niall McDevitt señalaba hacia la acera

—Ellos caminaban por allí

Estas son las huellas de los zapatos

de la virgen loca y el esposo infernal

y las doblaba de nuevo en el viento del verano

escondiéndolas del tropel de vehículos

hasta que nos sorprendió: —"ahí murió Blake"

la calle se metió al río y cruzó hacia el misterio

Cat pronunció un rock con las caderas —la vi

Syvia Plath pasó... Llevaba algo de prisa —Hablé con ella

yo te prometí un sueño

y tú te afincaste mucho

el sueño que no deseo que termine

el sueño que cada noche vigilo

y por los que cierro los ojos con gusto

y me entrego al sueño

esa calle de Londres estacionada en el poema de Blake

la calle esa... ¡Esta calle de Londres!

la calle secreta que da al Támesis

Trafalgar square si Ud. prefiere

la que bordea al Trafalgar square

la que huye de la que es y es otra y es la misma

la eterna y la perecedera, la clásica

la calle que al voltear se esconde en la bruma

una mujer el misterio y el rio

pero un bonito petirrojo

canta en la ventana

de tu pecho hacia abajo las arenas del desierto

blancas arenas del desierto de los astros

bello cuerpo de mujer que no fe dócil ni amable

 


Miguel Pérez (Cojedes, Venezuela) Escritor y bibliófilo. Ejerció la Presidencia del Instituto de Cultura del estado Cojedes (ICEC) entre 2002-2008. Actualmente dedicado a la investigación de asuntos culturales. Colaborador de las páginas de Opinión y Dominical de "Las Noticias de Cojedes". Desempeñó la coordinación editorial de la revista "Tiriguá" y la dirección de "Quemadura". UNA VEZ FRENTE AL PASO TODAS LAS VECES HACIA EL ANOCHER (2008), es su último título publicado.


Márcia Batista Ramos: Poemas

 








 










Poética esdrújula


Miradas, palabras, piel, gotitas, gruta, deseo, cuerpos, lectura, carbúnculo, 

viejos, vida, sentimiento, sensualidad, locura (…) frágiles, hermoso, ayer, 

mañana, siempre, únicos, verdad, mensaje, encuentro, encierro, enlace,

sorpresa, tiempo (…) paciencia, poema, pasado, alma, abrazos, noche,

aroma, viento, calor, gracias, suave, miedo, dulzura, boca, letras, cielo,

perder (…) feliz, país, hablar, celos, llanto, encanto, ira, sumario, magia, cariño,

gritos, divinidad, promesas, platicas (..) retratos, bitácora, ficticio, legendario, fe, exotérico, 

secretos, saudades, renuncia, prioridad, escuchar, planificar, soñar, misterio, profundo,

intenso, desmayo, sentimiento, creíble, instante, prohibido, lugar, calmar, ansias,

nosotros (…)


Sin Alas


Llegó sin alas (para no ser reconocido).

Nos sentamos a la misma mesa.

Hablamos de todo y de nada. 

Después llovió. Encendimos el fuego para calentar la noche. 

Sin llave para abrir la puerta (de los afectos) dijimos buenas noches.

Nos acostamos en otras camas. 

A lado de otros cuerpos. 

Con los ojos clavados en la oscuridad. 

Las cabezas en otras almohadas. 

 Soñando el mismo sueño.


Amor legendario


En el fajo de hojas donde escribiste, en entrelineas, tus miedos

Se anidó nuestro amor…

Ahogado en lágrimas.

Sin besos.

En un cofre yo ocultaba mis historias, sin secretos…

Mientras el faro iluminaba mis pasos hacia ti.

Tu mano jamás encajó en la mía.

En un tiempo tirano, cruel…

En mi cielo una nube herida.

En tus noches otros susurros y la luna callada.

(No hay sonido en la luna)

¿No hay palabra sincera?

¡Esa distancia infinita!

Angustias profundas…

Amor como el nuestro

Que sabe a mucho

y sabe a nada.

¿De dónde heredamos alguna ternura?

Escondo mi pena:

G o t e a d a.

Espero que acunes mi alma.

¡Me desespero!

Miro una especie de espejo…

Sin querer,

yo en ti me convierto en poema,

más nada.



Adiós 


“Las cosas que mueren jamás resucitan,

las cosas que mueren no tornan jamás”.

Alfonsina Storni

Dijiste adiós

¡Qué silencio, qué falta de aire!

Entre nosotros la pena, los besos sin labios, palabras – poemas.

En ti, existía poco más que un deseo 

Y el sabor de la ira.

En mí, los recuerdos capullos enmohecidos, entre sombras nefastas…

El dolor incomunicable, que jamás sabrás …

Afuera el viento rabioso.

La vida quebrada, el alma en pedazos, las horas que fueron, 

Esperanza marchita, saudade infinita, 

los días inertes.

Camino que lleva a la nada.

Amor en secreto que ya no volverá.

Los campos minados, alongando distancias.

La mente aguardando señales, experimentando la tortura. 

Dijiste adiós, mientras yo

Desgajándome de mí misma,

Desgranándome en silencio 

Derramándome en agua y sal,

 con los ojos en pedazos.

Con falta de aire.

…también te dije adiós.


Los poemas de Alejandra

In memoria de Alejandra Pizarnik


El tiempo se acumuló desde la infancia triste hasta lo que quedaba de los días. Los miles de pedacitos que poblaban sus días y noches, tenían nombre y apellido, se llamaban tristeza y miedo. Pudo verlos frente a frente en la habitación cuando estaba sola. Escurrieron del techo por las paredes y fueron todos hacia ella como hormigas disciplinadas. 

 (Hasta fue enternecedor su paso lento). 

Cuando le alcanzaban, hacían temblar su pequeño cuerpo, erizaba su pelo corto y abría más sus ojos alucinados. Entonces ella buscaba la forma de escapar… Y medio paralizada, sintiendo que ya no podía más; y consciente de que el dolor consumía lo que le restaba de cordura: ella escribía un poema. 

Tal vez, para salvarse.



Márcia Batista Ramos, nació en Brasil. Es licenciada en Filosofía por la Universidade Federal de Santa María (UFSM)- RS, Brasil. Radica a más de cuarto siglo en Bolivia, en la ciudad de Oruro. Es gestora cultural, escritora y crítica literaria. Es columnista en la Revista Inmediaciones, La Paz, Bolivia y en el periódico Exilio, Puebla, México. Publicó: Mi Ángel y Yo (Cuento, 2009); La Muñeca Dolly (Novela, 2010); Consideraciones sobre la vida y los cuernos (Ensayo, 2010); Patty Barrón De Flores: La Mujer Chuquisaqueña Progresista Del Siglo XX (Esbozo Biográfico) –Latinas Editores (2011); Tengo Prisa Por Vivir (Novela Juvenil, 2011); Escala de Grises – Primer Movimiento (Crónicas, 2015);Escritoras Cruceñas (poesía, narrativa y drama), Caballero, Reck & Batista – Grupo Editorial KIPUS (2019);Escritoras Contemporáneas Bolivianas (poesía, narrativa y drama) Caballero, Decker & Batista (2019); Cuento: Un Hombre Común, en “Honduras como Epicentro - Antología Mundial de Escritores en Cuarentena”, Chaco de La Pitoreta. Ed. AteA (2020); Antología “Compendio Literario pro Casa Melchor Pinto”, Colectivo Poético; Santa Cruz de La Sierra (2020); “BREVIRUS Antología de minificciones”, Lilian Elphick Latorre. Revista Brevilla, Santiago de Chile (2020); Poema: “Cómplice”, Antología: LA ESPERA INFINITA II. Chaco de la Pitoreta. Ed. AteA, Honduras (2020