domingo, 29 de junio de 2014

Washington Benavides: A medida que puja…




Washington Benavides
























El señor tiempo tratando, inútilmente, de encontrarnos, Macedonio, más debo recurrir a la dispersa bibliografía sobre sus divertidos y patéticos pasos en el Zapallo que llaman Cosmos.

Usted, dispersando con una energía de labrador, su pensamiento. El suyo y el de todos los que alimentaron su cabeza despeinada. ¿Usted siempre fue viejo como lo muestran las fotografías y dibujos que intentan apresarlo? Claro que no.

Cuando usted y otros acólitos del misterio (el padre de Jorge Luis, entre otros) llevaron a cabo (y rabo) la cruzada libertadora del Paraguay; para fundar allí (me imagino) una república socialista utópica, y ante la coalición de ríos serpentarios, bosques del Wahalla y mosquitos como aviones, cedieron el terreno y regresaron a Santa María del Buen Ayre. Allí abandonó la abogacía. Según Ud., ella dijo:”Muchas gracias”.

Anduvo por el litoral de nuestro País, y allí (en Mercedes) conoció a una muchacha llamada Mecha que lo besó: Y,  un caballo que intentó montar en Pocitos lo mordió en el hombro: “Y casi me extrajo de encima. Qué animal paciente: tironeaba y seguía tirando, pero como era tan largo…entre los dos no conseguíamos salir de él.” Sobre su nacimiento, dispersó noticias contradictorias, pero la verdad es “El Universo o Realidad y yo, nacimos el lº de junio de 1874”. Nacer (no París) para Macedonio era una fiesta, tal vez, por ello, juega con nosotros a modificar sus fechas.
Ud. es un gran poeta. Escribió, cuando muere su esposa Elena de Obieta, un poema fundamental. Poema que según el crítico Roy Bartholomew “justificaría un país, una cultura”. Es verdad. Y olvidado durante años en una absurda lata de bizcochos:
                        “No eres, Muerte, quien por misterio
                                   Pueda a mi mente hacer pálida
                                   Cual eres. ¡Si he visto
                                   Posar en ti sin sombra el mirar
                                                                       De una niña!”
Y a la par, escribía: “Un paciente en disminución”, apólogo feroz, que
como otros Pasajes, integran el cauce sin cauce de la novela “Papeles de Recienvenido”: “El Sr Ga había sido tan asiduo, dócil  y prolongado   paciente del Doctor Terapéutica que ahora ya era sólo un pie….”
Desde muchacho lo leí. Vaya a saberse cómo!
Llegó a mis manos su libro de Poemas, editado en México, Editorial Guarania. Colección Nezahualcoyotl, 1953.
Y como dice su más adelantado discípulo (Borges) Ud. reunía, a los hermanos Dabove y a Jorge Luis, en una Confitería de la calle Jujuy, y allí ,como otros grandes maestros del pensar, su conversación bailaba del tango al Yo y al Idealismo.
Aquel muchacho del Norte que lo leyó como a una Nuevas Escrituras descubiertas, lo siguió leyendo y lo lee, hoy, con 84 años sobre el lomo. Sigue Ud. siendo un buen compañero de camino, vayamos a Santiago o Canterbury, al Bar de Guillama o al Estadio Centenario.
Y si revuelvo mis papeles en una lucha similar a la suya con el caballo de Pocitos, siempre lo reencontraré, taimado, lúcido, con su humorismo metafísico y su conclusión que “La Realidad y La Nada comulgan: El Yo, Materia, Tiempo, Espacio, son los faltantes en el mundo.”
Hasta mañana, Macedonio.

(Junio del 2014. Montevideo)

W.B., P.O.R., E.M.
Washington Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930) Poeta, traductor y músico. Ha publicado, entre otros títulos: Tata Vizcacha (1955); El poeta (1959); Poesía (1963); Las milongas (1965); Los sueños de la razón (1967); Poemas de la ciega (1968); Historias (1970); Hokusai (1975); Fontefrida (1979); Murciélagos (1981); Finisterre (1985); Fotos (1986); Tía Cloniche (1990); Lección de exorcista (1991); El molino y el agua (1993); La luna negra y el profesor (1994); Los restos del mamut (1995); Moscas de provincia (cuentos, 1995); Canciones de Doña Venus (1998); El mirlo y la misa y Los pies clavados (2000).
Entre  los autores que ha traducido se cuentan: Guimarães Rosa, Oswald de Andrade, Carlos Drummond de Andrade y Affonso Romano de Sant’Anna.
Sus poemas y canciones han sido musicalizados y grabadas por: Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Eduardo Darnauchans, Héctor Numa Moraes, Carlos Benavídez, Los Olimareños y Los Zucará.

Isaac Goldemberg: Poemas.





Isaac Goldemberg






















Casas

Todavía quedaban en la ciudad todas las casas.
Pero lo que menos quedaba era la casa del padre.
Él dijo que guardaría su casa hasta el último día de sus días.
Más tarde, mucho tiempo más tarde,
volvía del destierro para ponerles candado.
Y el hijo, sin que fuese suya, se quedó con la llave.
Tiempo hace que la casa  fue vendida al olvido.
Hoy el olvido tiene su llave, idéntica a la memoria del padre.
Esta será su tranca —dijo— mi memoria.
Más tarde, mucho tiempo más tarde, mudó su casa.
Pónganla aquí —dijo—donde estuvo la casa.


Wayno zapateado de Chepén a Santiago de Chuco


Ay vidita quién pudiera poder toda memoria
De mí de ti de todos nosotros ellos
Quién pudiera ay hacer con los pronombres
saltaran sobre su propia cáscara
Que cruzada de piernas se abriese nuestra vida
Y entrara morado y seco doblando dúctiles campanas
El pene del olvido chichesco y choclo
Ay memoria tan virgen tú en tus encajes blancos
cavando ardiente fosa
Al borde de la carne haces bailar injusta pala
Ay olvido sangre en retroceso imploras
flojamentecuerda  despacios adjetivos
Ay memoria tragaverbos y matapredicados
Háblame olvido cachero de los mudos
Cállate fría memoria de los sordos
¿No son ellos mancos cojos
los que al fuego meten pies y manos y aúllan
lobos por nombrarlos?
El grito primero del olvido nombró al fuego
La memoria dio su primer soplo por borrarlo9
Olvido pisa con taco fino nuestro cajón de muerto
Pañuelo en mano zapatea memoria nuestro clavo más flaco


Isaac Goldemberg (Chepén, Perú, 1945) Poeta, narrador y enayista. Entre otros libros ha publicado: Peruvian blues (2001) ;El nombre de padre (2001) ; Los autorretratos y las máscaras/Self-Portraits and Masks (2002) ; Golpe de gracia (2003) ;Los Cementerios Reales (2004) ;La vida son los ríos (2005) ;Tierra de nadie (2006).