miércoles, 17 de agosto de 2011

Elpidio Isla: Otra estafa en nombre de la poesía.

Elpidio Isla












El filósofo Daniel Dennett ya advierte de lo peculiar que es la poesía (como lo son los microcuentos, los haikus o cualquier otra construcción escueta y rápida de crear y por tanto susceptible de reproducirse en grandes cantidades y con pocas exigencias: el hecho de que una novela tenga 200 páginas ya constituye una exigencia, porque muchos no tienen la paciencia de juntar tantas letras. Dennett cita a uno de los fundadores de la inteligencia artificial, John McCarthy, que en cierta ocasión sugirió que la red de correo electrónico revolucionaría la poesía. Ya que sólo unos cuantos poetas pueden ganarse la vida vendiendo sus poemas debido a que los libros de poesía son volúmenes de pocas páginas y caros, comprados por un número escaso de lectores, si los poetas difundieran sus poesías por Internet, por ejemplo a un precio de diez centavos el poema, entonces muchos poetas podrían ganarse la vida.
Lo que no predijo McCarthy es que ningún amante de la poesía querría leer miles de archivos electrónicos repletos de poemas. Los amantes de la poesía, acaso, exigirían filtros que cribasen la avalancha de obras: se fijarían si una editorial lo avala, si tiene críticas positivas, etcétera, y finalmente el lector acabaría adquiriendo pequeñas cápsulas de poesía, tan pequeñas como los delgados volúmenes tradicionales que antes consumía. Nada habría cambiado. Porque los filtros nacen espontáneamente. Por otra parte, este agregado es mío, “sucede que dada la cantidad excesiva y asfixiante de poetas podría calcularse que con que sólo los poetas pagaran diez centavos por poema, todos podrían vivir de esta especie de impuesto poético, aunque este cálculo falla en cuanto sabemos que ningún poeta soporta leer a otro y menos pagar, aunque sea diez centavos, por un poema que no fuera suyo”.
Así pues, la poesía se debe vender muy cara y muy selectivamente o no tiene sentido como tal, como el caviar. Con una diferencia: el caviar realmente escasea y es costoso de conseguir. La poesía, no. La poesía abunda pero la comercializan como escasa y elitista. Y ésta es la primera prueba que refrenda mi opinión de que la poesía, máxime la poesía con rima y métrica, es un artefacto especulativo fuera de las fronteras de la verdadera literatura. Un juego de feria con mucha pirotecnia que cuenta, contradictoriamente, con el aval de la elite intelectual.
Pero más que cuestionar la poesía, mi intención es cuestionar la rima, el ripio. Cierto que los recursos estilísticos de la prosa y hasta de las obras divulgativas también empañan el mensaje. Cierto que la cadencia de las oraciones puede llegar a ser muy persuasiva, como lo es la melodía de una canción, animándonos o entristecernos sin usar ni una sola palabra. En ese sentido, rima y retórica son herramientas equivalentes.
Pero siempre me ha parecido que la rima es un elemento mucho más artificioso que el resto de los recursos que se usan para reforzar la imagen de un texto. Porque la rima busca, sobre todo, disfrazar y desnaturalizar el texto recurriendo para ello a la musicalidad más obvia; siempre demasiado consciente de sí misma. Y ya no digamos cuando hablamos de sonetos y otras construcciones de alambicada métrica. Es como creerse especial porque has escrito una historia usando 30 veces la palabra “astrolabio”. O como aquel extraño poema en latín del alemán Christianus Pierus titulado Christus crucifixus, cuyos mil versos estaba compuestos por palabras que empiezan por C (Currite, castalides. Christo comitante camanae...). Para la hermenéutica puede tener algún interés, pero no para contar historias o transmitir sensaciones y/o emociones.
Muchas rimas son un alarde puramente técnico. Parece que prima encontrar la palabra que encaje en la métrica y no que encaje en lo que se quiere transmitir: puestos a elegir en igualdad de condiciones de rima, el autor escogerá la palabra que más sintonice con el mensaje del texto, claro, pero esta situación suele ser rara, así que, al haber escasez de posibilidades de palabras que rimen, el autor rechaza un mayor ratio de expresividad en aras de que técnicamente la rima se produzca. Como si entonces el poema fuera una descripción pormenorizada de las características de un motor y no la descripción del lujurioso y endiablado ruido que produce ese motor y cómo es capaz de desplazarnos a 200 kilómetros por hora. La rima, pues, se me antoja la parte aburrida, academicista, exegética, de pasatiempo de la literatura. Curiosamente la rima, en prosa, se considera cacofónica y un defecto imperdonable; curioso, ¿no?
La poesía rimada (y ya no digamos las rimas complejas) debería figurar incompleta en los periódicos, junto al autodefinido y el sudoku, para que el lector la completara. O debería formar parte de una colección de curiosidades lingüísticas, como que la cama se llame cama y la cómoda se llame cómoda, siendo más cómoda la cama que la cómoda.
Por esa razón y no otra el ripio es un recurso tan propio de la publicidad más ingenua: “del caserío, me fío; Colgate el mal aliento combate; Rexona, el desodorante que no te abandona; el frotar se va a acabar”. Y hasta es un elemento imprescindible de cualquier baño público; sin ir más lejos leí el otro día el siguiente grafito: “Amar sin ser amado es como limpiarse el culo sin haber cagado”. Precioso.
Un ejercicio donde prevalece tanto la técnica, el formato y los engranajes sobre los demás elementos literarios no es literatura sino otra cosa. Ripios publicitarios, mensajes para estampar en una camiseta, eslóganes rimados, canciones de verano, las tan en boga batallas verbales de raperos.
Para que no todo sea negativo, aportaré una visión halagüeña de la poesía. Transmitir ideas con la poesía no es una tarea fácil, y más todavía bajo las rígidas exigencias de la métrica. Como dice el filósofo Daniel Dennett a propósito de la construcción de un soneto:
Tan pronto como terminamos el primer intento de una línea, tenemos que revisar muchas de las otras líneas y esto nos obliga a abandonar algunas de las excelencias conseguidas con dificultades y así sucesivamente, dando vueltas y más vueltas, buscando una forma global correcta o tratando de hallar la mejor forma posible.
Esta artificialidad en la forma, según el matemático Sanislaw Ulam, podría ser una fuente de la creatividad en lugar de una rémora:
Cuando era niño me di cuenta de que la función de la rima en la poesía consistía en obligarnos a encontrar lo no obvio a causa de la necesidad de hallar una palabra que rimase. Esta necesidad fuerza nuevas asociaciones y casi garantiza desviaciones de cadenas de rutina o de pensamientos encadenados. Paradójicamente se convierte en una suerte de mecanismo automático de originalidad.
La poesía, pues, como catalizador de la creatividad. Pero entonces que sea una herramienta privada del autor para superar el bloqueo creativo y no un alarde de ingenio en sí mismo. Y que no sólo se alabe la métrica, sino también los textos con muchos “astrolabios” en su haber. A no ser que, ay, se pretenda cristalizar una enseñanza más fácilmente recurriendo a la musicalidad (como un mantra adormecedor, un discurso zombi, una paremiología simplificada, un dogma,), como la que oí una vez en una película de Almodóvar, cuando aún era un cachondo y un costroso: “Hagas lo que hagas, ponte bragas”. Pero Almodóvar no hablaba en serio.

Elpidio Isla (Comodoro Rivadavia, Chubut,  1948) Narrador y periodista. Ha publicado las novelas  MOGAMBO (1988); LA CIUDAD DE LOS SUEÑOS TRISTES (1995) y un volumen de cuentos  LAS LLUVIAS CORTAS (1990). Integra las antologías: SUR DEL MUNDO, NARRADORES DE LA PATAGONIA (1992), DE JULIO VERNE A OSVALDO BAYER: Los mejores relatos patagónicos (1998), RELATOS PATAGÓNICOS: (1999) y RELATOS DE PATAGONIA: (2006).  Textos suyos han sido adaptados  para el teatro.
Elpidio Isla se ha desempeñado en distintas etapas de su vida como dependiente en un almacén de ramos generales, trabajador petrolero, soldador de tubos de acero, esquilador de ovejas, alambrador, vendedor de libros a crédito, empleado judicial y  agente de prensa.

Sergio De Matteo: Estar fuera de casa.

Sergio De Matteo



















“Horse power”

Tras el linde de la ventana
—ante mis ojos
ante esta imaginación
todavía retenida
en los reductos del sueño—
el crepúsculo diseña
la intensa lumbre del día

vide pasar los pájaros
altos altaneros ruidosos
por el cielo de otoño
y todo estaba tan triste
en el mes más cruel del año
donde se licuan las raíces
las flores renuncian a sus encantos
vide pasar esos pájaros
y estaban muy lejanos
para tomarlos en la mano

así ha de ser cada una de estas palabras
sopesadas en el habla
de mi madre de mi padre
en la historia diaria y pasada
y en la que está por venir
a sucederme
a mí
el iluso que escribe sin cesar
queriendo trascenderse en el discurso
en signos inequívocos rotulados
metaforeando pareceres y padeceres
de la carne del cuerpo del objeto
sudando instantes
ante el papel en blanco y el canon
y el corpus
tañendo un lenguaje que enciende la lengua
al convocar el único nombre posible:
poesía

quebradas astillas que me sostienen
cuando todo desbarranca
la palabra misma es mi propia gangrena
irreductible e irrenunciable
a pesar de que el silencio
es un templo de dignos y vivos pilares
el ego no se permite solaz
prefiere la batalla desgastante
de los símbolos propios y ajenos
circunstancias del ir y del venir
pero siempre resulta más artera
la palabra del otro
visión completa
que quema y religa las entrañas
dándonos vueltas y giros y retruécanos
en la lengua natal de nosotros
y los venidos de más distanciados lugares
recreados en versiones traducidas
se incorporan y estallan como cohetes de fiesta
en la rótula de la memoria
dependencia estimulante de las influencias
¿cómo no gozar hasta el hartazgo
un rimbaud un rilke una dickinson un kerouac
un blake un poe un eliot un dante una woolf
y tanto tantísimos/mas más?
—oh, placer del texto, dadá barthes—



“Free on rail”

El mojón, la estatua y el nombre
fundamentan los límites de un sueño,
ahí el instante en que se abandona el aura
para fundar percepciones de objetos reales.
La hora impone su dominio, su orden. Y de pronto
las mercancías cobran nuevo valor,
preciado valor en la lucha diaria
del hormiguero de gentes.

Feliz, entonces, el alejado de los negocios
que no cede a la usura del vasallaje.
Ha pasado la época de los césares
y de sus tropas que caían como aves de rapiña
arrasando con posesiones y mujeres,
o acaso ahora es tan sutil la conquista
que somos estafados sin darnos cuenta?
Mucho más peligroso es el veneno interno
la víscera comida por el propio hermano;
allende los salvajes el matadero la mazorca
más acá la dolida llaga de la vida puerca,
la ciudad abstraída corrupta cosmopolita,
la sangre del ojo flagelado al intentar mirar…

[Mirada extasiada con la novedad,
pensador interpretando las costumbres
de un territorio desconocido,
monóculo dorado tras el humo de la pipa
de un hombre sentado en una silla de madera,
una copa de licor lugareño, y
los aromas cautivantes, hechiceros,
dándole vida al griterío anónimo.
Croquis y notas en silencio.]

Casi noche, la estación del pueblo
está desbordada como es costumbre,
y los parientes y los trabajadores
apuran su paso por el andén.
La locomotora ha pitado tres veces
anunciando su pronta partida,
manos y pañuelos alzados en aleluya
con algunas lágrimas y sonrisas
enmarcan la postal del viaje.
Los rieles se tensan y vibran
al unísono de la carrera de la máquina,
la luz abre las sombras ahuyentando
a todos los animales del vecindario.
Se alejan las mercancías, las montas,
las insistentes voces de los intermediarios;
las instantáneas del flâneur hacia la metrópolis.

La soledad de todo viajero
es el alto precio de la aventura.


“Free along side”

El pueblo ya es un punto diminuto
perdiéndose en el horizonte
—acaso en el infinito
acaso en el crepúsculo extinguido—
una lluvia oblicua de tiempo
y términos ocultan un rostro
la marchita sangre de una estirpe
heredada y malediciente
pero insiste el viento en medio de la tormenta
con sus años y jornadas de sol de polvo
trayendo retazos de memoria
fotos amarillentas descoloridas
aquellas imágenes de la fundación
historias de nunca acabarse
leyendas y fábulas de aparecidos
tergiversadas en la palabra
del que se desarraiga

el tren trepida en línea recta
por la llanura rala
huyendo de la melancólica
postal de pueblos estaqueados
en el espacio junto a esa corriente
que arrastra multitudinarias raleas
en su anagrama perenne

resuenan pasos
viniendo de más allá del pasado
los mismos pasos
que regresan en cada estación otoñal
a los andenes vacíos
caducos
porque la vida está en otra parte
en las callejuelas del sosiego
en las oportunidades del puerto grande

el viajero arroja por la ventanilla
la maleta de cartón
tan pesada como un siglo
con la prosapia de familias inclaudicables
siendo mutiladas por las feroces ruedas
del convoy rumbo hacia el muelle
que va a cierto triunfo a cierta gloria
ahora libre de sellos de títulos
rematando los últimos valores
en el agente de cambio
para comprar una habitación
alta e higienizada
en la más bella cuadra
de la ciudad
ahora es un rumor en la soledad
es toda su luz de las ascuas renacidas


“Free on board”

Aquestas costas has venido
pequeño Príamo
—el rescatado, el comprado
mediante rescate—
a olvidar la sangre de tus queridos
la violencia de las espadas

has llegado aquestas costas
en la noche desfondada y silenciosa
en una barca ligera
con tu bolsa casi vacía
las manos callosas de tanto pulir recuerdos

atrás muy atrás de esta jornada
permanece la figura del padre
la sonrisa dulce de la madre
el generoso ruego de la hermana
resplandecientes como el oro
entre la ingratitud de los invasores

fuertes brazos atenazan
los pulsos del corazón
arrebatado por la muerte
un hilo sujeta las heridas
los odios las maldiciones

aquestas costas menos duras
te reciben auspiciosas Príamo
pájaro sin límite en el cielo enduelado

has pagado el oneroso óbolo
al que te conduce al descanso
en la barca ligera
las estrellas se reflejan
en esa moneda sostenida por la boca
destino de mercancía Príamo
el liberado por un deseo
el descastado por la simetría
común a todos los hombres

ahora viajas tranquilo
aquestas costas sin linaje
la mano trémula Príamo
busca la avenencia de la luz final


de Estar fuera de casa (inédito)


Sergio De Matteo ( Santa Rosa, La Pampa, 1969. Ha conducido los programas radiales “En busca del tiempo perdido” (1992), “Música de cañerías” (1996), “Somos lo que buscamos (2007/8), “Espacio Fahrenheit” (2009), “El Estado de las Cosas” (2007, hasta la actualidad). Ha publicado las plaquetas Soles violentos (1995); Absurdo / Absoluto (1996); y los libros Ozono (1997); Criatura de mediación (2005); El prójimo: pieza maestra de mi universo (FEP, 2006).
Miembro fundador del colectivo artístico “Patria de arena” y del “Grupo de la neurona poseída”. Editor de la revista Che, Artes y Culturas en Abya Yala, rebautizada Museo Salvaje (2001). Ha organizado medio centenar de eventos culturales con conferencistas y poetas argentinos y extranjeros. Integra junto a Caros Juárez Aldazábal el sello colectivo El Suri Porfiado Ediciones. Colabora con investigaciones y artículos en diarios, revistas y sitios web del país y extranjeros.


Hermenegildo Sábat: Poemas












 

 

 

 

El hijo de leonor

Esa vereda que no distingue pasos
ajenos a urgencias rutinarias
tropezando entre basuras redactadas
o convocatorias al sexo narcisistas
sostiene una placa que recuerda
a legos, distraídos e ignorantes
el sitio sin rumbosos laberintos
donde se hizo la luz por una vez
al meláncolico vengador de palabras
que festejó recurrentes distracciones
en su calle Tucumán  (y en cualquier otra)
generando ilusiones auditivas
con breves, arrítmicos sussurros:
“Qué curioso ¿no?”

Por ejemplo

Inútiles recorridos
para confirmar
que el tiempo
tan vulgar, predecible, repetido,
parangona
gusanos
con la verdad
y designa
que el olvido
                           no es
inocente

Entidad

Pronto
imagino
no quedarán huellas
de lo que me enseñaron
aprendí
seleccioné
y todo lo que no hice
en la asunción soberbia
que existe tiempo para todo
sin embargo
como cada uno es una cosa
lo que sobreviva
será poco

El día que me naciste

Entréguese Don Carlos no demore
la mersa quiere saber donde nació
si en Tolouse como bate el diccionario
o si Berta lo parió en Tacuarembó

Usted que es un choromo bien chorede
no se mezcle con chismes o bolazos
cuando algún batidor se le retobe
comprobará el fervor de sus tortazos

Tanta rosca por unos papeluchos
que no fueron escritos por Le Pera
engatusan al pedo a la gilada

Aguante en el Abasto esa sonrisa
cuide la gola empolve su pintuza
siga cantando y no confiese nada





Hermenegildo Sábat (Montevideo 1933)  Artista plástico y docente, ha publicado una veintena de libros acerca de sus pasiones: la pintura, la música, la literatura, la actualidad argentina e internacional.
Ha sido distinguido con los premios: Personalidad Emérita de la Cultura Argentina (Secretaría de Cultura de la Nación 1997), María Moors Cabot Award (Periodismo, Columbia University, New York 1988), premio Nacional Pedro Figari de Pintura (Montevideo 1997) y el premio Homenaje de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano que dirige Gabriel García Márquez (Colombia, 2005), entre otros.
Ha realizado numerosas exposiciones de dibujo, pintura y fotografía en el país y en el exterior, siendo las más notables sus retrospectivas en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires 1997), el Museo Nacional de Artes Visuales (Montevideo 1998), el Museo de Arte de San Pablo (1984) y el Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro (1997).
Desde 1997 es Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. En el 2003 fue nombrado Dr. Honoris Causa de la Universidad de Montevideo , Uruguay.