Blog sin fines de lucro (Non Profit)de la palabra poética, traducción, crítica literaria, Charles Bukowski, Raymond Carver, Sam Hamill, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, cultura,costumbres y el buen asado criollo. edmundokirk58@gmail.com. Colaboradores: Demian Paredes, Alejandro Elissagaray; Vanesa Malrossa; Maggie Culligan; Antonio Meloni; Ignacio Oliden; Edmundo Kirk, Patricia Ogan Rivadavia,
jueves, 18 de diciembre de 2014
Washington Benavides: Reencuentro con Beatriz
“Donna m’aparve sotto verde manto
vestita di
color di fiamma viva.”
(La
Comedia. Paraíso. Dante.)
El reencuentro, según Borges, habría ocurrido
la mañana del 13 de abril
del año 1300.
El viajero vivo, al fin,
encontrará a la responsable
de su tormentoso y
enigmático viaje por los Reinos
De La Muerte. Allí, entre
otras dignidades
y símbolos oclusos, está
la mujer de su vida
y de su muerte:
“vestita di color
di fiamma viva”
Borges, admirablemente, reflexiona
que el autor del poema, no
puede, aún en su sueño,
engañarse, y el
reencuentro será duro.
Y la donna angelicata le
dirá terribles verdades
que harán llorar al implacable
exiliado florentino.
Sí, el ha creado esa
mágica trama de tercetos
para jibarizar todo el
medioevo; tal vez...
O para soñar que la mujer
que no fue suya,
hubo otras mujeres (“las
damas/escudos” de La Vida
Nueva) y ello se
transparenta en los episodios
de los lujuriosos, y su
profunda y conmovedora
reacción ante Paolo y
Francesca...Tal vez,
reedificar en un poema el
Tiempo. Tal vez,
pero Borges (finamente)
insinúa ¿si no compuso
esa catedral endecasílaba,
sólo para (soñar)un
reencuentro con la muerta
amada, y adjudicarle
a ella la indulgencia
divina que le permitió
semejante viaje? ¿Beatriz
lo amó?- Eso quisiera-
Contestará el escéptico
que mira nuestro texto
por sobre el
hombro... ¿Sueño entonces, sin la
substancia
que la vida impone?
“Cosí
orai; e quella, si lontana
come
parea, sorrise e riguardommi;
poi si tornó all’etterna
fontana”
(Oré yo
así; y aquella que lejana
tanto se hallaba,
sonrió mirándome;
volviendo luego a la eternal fontana”)
De la inacabable y dura experiencia del viajero
queda, entonces, esa
misteriosa sonrisa
casi de La Gioconda, y ese mirarle
para volverse luego a sus
asuntos del Espíritu...
(Inédito. Setiembre 2010. Montevideo)
Washington Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930) Poeta, traductor y
músico. Maestro quien hace varias décadas me supo indicar, en una noche cargada
de humedad rioplatense, en la “valiant” Montevideo que leer.
Ha publicado, entre otros títulos: Tata
Vizcacha (1955); El poeta (1959); Poesía (1963); Las milongas (1965); Los
sueños de la razón (1967); Poemas de la ciega (1968); Historias (1970); Hokusai
(1975); Fontefrida (1979); Murciélagos (1981); Finisterre (1985); Fotos (1986);
Tía Cloniche (1990); Lección de exorcista (1991); El molino y el agua (1993);
La luna negra y el profesor (1994); Los restos del mamut (1995); Moscas de
provincia (cuentos, 1995); Canciones de Doña Venus (1998); El mirlo y la misa y
Los pies clavados (2000).
Entre los autores que ha traducido se cuentan:
Guimarães Rosa, Oswald de Andrade, Carlos Drummond de Andrade y Affonso Romano
de Sant’Anna.
Sus poemas y canciones han
sido musicalizados y grabadas por: Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Eduardo
Darnauchans, Héctor Numa Moraes, Carlos Benavídez, Los Olimareños y Los Zucará.
Labels:
Poesía,
Uruguay,
Washington Benavides
Pablo Seguí: Poemas de Este Verano y Otro...
| Pablo Seguí |
SERENIDAD
Quizá con una
cámara
pudiera capturar esto que veo,
aquietado, serena-
mente dichoso en la penumbra inmóvil.
Una reja y la calle,
el auto, mandarinas ya maduras
en la noche y que penden,
y este cuerpo que miro sin asombro.
Casi como observando
un cuadro en sombras que la pausa acerca.
pudiera capturar esto que veo,
aquietado, serena-
mente dichoso en la penumbra inmóvil.
Una reja y la calle,
el auto, mandarinas ya maduras
en la noche y que penden,
y este cuerpo que miro sin asombro.
Casi como observando
un cuadro en sombras que la pausa acerca.
NAVEGACIÓN SOLAR
A pesar de
que nadie
funge ya
de censor
y de que las palabras, alguna vez heridas
por el morbo, regresan liviana, mansamente
a su seno; a pesar de que en la noche absorta
pueda hablar sin temer que cruja el corazón;
o tal vez justamente porque ahora dispongo
de dulce libertad y un horizonte abierto,
es que callo y evito, vanidad que me hundía,
aquel ritmo salaz que medía desmanes.
Fiebres en que abjuré, desordenado, injusto,
del sentido, de la posible, rechazada
por años, sucesión de pasos en la ruta
del que ve que las cosas, más allá del probable
desatino, son sólo múltiples ocurrencias
del tiempo, y que las olas de ese río invencible
acomodan y pulen el lecho, las arenas,
y que es idiota, inútil querer otros destinos
para la roca, para la desembocadura.
Que en adelante sea lo mejor navegar
en busca de más sanas provisiones, y hacer
del día y de la luz un emblema que nutra
versos que deberían mirar con más frecuencia
ese grácil cardumen, esa playa, estos remos
y de que las palabras, alguna vez heridas
por el morbo, regresan liviana, mansamente
a su seno; a pesar de que en la noche absorta
pueda hablar sin temer que cruja el corazón;
o tal vez justamente porque ahora dispongo
de dulce libertad y un horizonte abierto,
es que callo y evito, vanidad que me hundía,
aquel ritmo salaz que medía desmanes.
Fiebres en que abjuré, desordenado, injusto,
del sentido, de la posible, rechazada
por años, sucesión de pasos en la ruta
del que ve que las cosas, más allá del probable
desatino, son sólo múltiples ocurrencias
del tiempo, y que las olas de ese río invencible
acomodan y pulen el lecho, las arenas,
y que es idiota, inútil querer otros destinos
para la roca, para la desembocadura.
Que en adelante sea lo mejor navegar
en busca de más sanas provisiones, y hacer
del día y de la luz un emblema que nutra
versos que deberían mirar con más frecuencia
ese grácil cardumen, esa playa, estos remos
MONTÍCULO U OASIS
Ella dormía y
yo
-montículo, pradera-
leía pronunciando
versos como racimos.
Racimos que, sonoros
y suaves, cobijaban
con dulzura ese cuerpo,
oasis y penumbra.
Penumbra y relumbrar
de sus rendidos senos,
sueño reparador.
Leía disfrutando,
cuidaba ese abandono:
cumplida habitación.
-montículo, pradera-
leía pronunciando
versos como racimos.
Racimos que, sonoros
y suaves, cobijaban
con dulzura ese cuerpo,
oasis y penumbra.
Penumbra y relumbrar
de sus rendidos senos,
sueño reparador.
Leía disfrutando,
cuidaba ese abandono:
cumplida habitación.
CANCIÓN
Ella quiere otra cosa,
a veces, que lo que
yo quiero, nada más.
Pero ¡cómo me duele,
ahora, que se muestre
indiferente, lejos!
Canción, decile que ardo,
que humeo negramente,
que mis labios se agrietan.
a veces, que lo que
yo quiero, nada más.
Pero ¡cómo me duele,
ahora, que se muestre
indiferente, lejos!
Canción, decile que ardo,
que humeo negramente,
que mis labios se agrietan.
NO ME HAGAS CASO
¿Por qué renunciaría
a tus manos, a sus
ricos dones, que colman
de alegría mis tardes?
Y sin embargo, huero
me siento, y me imagino
alejándome de
las calles y los hombres.
Un mal momento, amor,
un temblor insidioso:
ya me veo enclaustrando
nuevamente este cuerpo.
¿Razones? No las hay.
A no ser un penoso
desasosiego, un turbio
humor, y oscuro, y arde.
a tus manos, a sus
ricos dones, que colman
de alegría mis tardes?
Y sin embargo, huero
me siento, y me imagino
alejándome de
las calles y los hombres.
Un mal momento, amor,
un temblor insidioso:
ya me veo enclaustrando
nuevamente este cuerpo.
¿Razones? No las hay.
A no ser un penoso
desasosiego, un turbio
humor, y oscuro, y arde.
EL MULADAR
Ahora que lo pienso (vos
allá,
intentando dormir; porque tu siesta
fue abundante, y las cosas que hoy hiciste,
si bien cargosas, poco te exigieron;
y puede que en un rato te levantes
y te acerques en busca de un cuentito),
no hay sombras, noche leve, y bien podría
dar noticia de asuntos sin mayor
"trascendencia": anotables. Insistí
ya tantos años con mis lloriqueos,
y tantas veces más alcé en palabras
las muecas del pesar, que simplemente
no quedaría otra salida que
la de mirar alrededor, y ver.
Olvidarme de mí para fijar
pasables argumentos de estos seres
que vienen y se alejan, aunque porten
siempre en su seno algo incomunicable.
Y darme cuenta de que el mundo, el vasto
mundo de peripecias de los otros
tendría que pesar más que mi suerte,
incluso en mí: el obtuso a lo que dicen
y que sollozan, de lo que se jactan
y, claro, eso que ignoran, -- ignorantes,
los más, no hay modo, de mi ser arisco.
Tendré que hacerme ciudadano y dar
en descripciones mi tributo al mundo,
me digo, y hacer trizas los espejos
y respirar sin más entre la gente.
(Y vos allá, en la cama, a quien de pronto
siento luchando de hace ya bastante
contra mi obcecación, mi muladar.)
intentando dormir; porque tu siesta
fue abundante, y las cosas que hoy hiciste,
si bien cargosas, poco te exigieron;
y puede que en un rato te levantes
y te acerques en busca de un cuentito),
no hay sombras, noche leve, y bien podría
dar noticia de asuntos sin mayor
"trascendencia": anotables. Insistí
ya tantos años con mis lloriqueos,
y tantas veces más alcé en palabras
las muecas del pesar, que simplemente
no quedaría otra salida que
la de mirar alrededor, y ver.
Olvidarme de mí para fijar
pasables argumentos de estos seres
que vienen y se alejan, aunque porten
siempre en su seno algo incomunicable.
Y darme cuenta de que el mundo, el vasto
mundo de peripecias de los otros
tendría que pesar más que mi suerte,
incluso en mí: el obtuso a lo que dicen
y que sollozan, de lo que se jactan
y, claro, eso que ignoran, -- ignorantes,
los más, no hay modo, de mi ser arisco.
Tendré que hacerme ciudadano y dar
en descripciones mi tributo al mundo,
me digo, y hacer trizas los espejos
y respirar sin más entre la gente.
(Y vos allá, en la cama, a quien de pronto
siento luchando de hace ya bastante
contra mi obcecación, mi muladar.)
COTIDIANA
Te vas a levantar,
querida, dentro
de un rato. Tempranito: tenés pruebas
que corregir. Dejaste
para el final hacerlas, como siempre
que un libro se te vuelve necesario:
un libro, tu perrito, el marco que
pintaste con amor.
Así es la vida: un tiempo
moroso que agotamos en hacer
lo que nos gusta; lo demás, de un saque
lo resolvemos (ya
lo señaló del porteñismo el hijo
de Baldomero). Ahora, allá en la cama,
soñás con algo que seguro no
recordarás al despertar. Iré
a la Del Plata a por
criollitos calentitos, y serás
de nuevo reina en La Babía... Casi
que voy y te despierto: ¡escribo sobre
alguien que no soy yo!
Materia inexplorada de que podría hablar
hasta el fin de los tiempos. Un besito.
de un rato. Tempranito: tenés pruebas
que corregir. Dejaste
para el final hacerlas, como siempre
que un libro se te vuelve necesario:
un libro, tu perrito, el marco que
pintaste con amor.
Así es la vida: un tiempo
moroso que agotamos en hacer
lo que nos gusta; lo demás, de un saque
lo resolvemos (ya
lo señaló del porteñismo el hijo
de Baldomero). Ahora, allá en la cama,
soñás con algo que seguro no
recordarás al despertar. Iré
a la Del Plata a por
criollitos calentitos, y serás
de nuevo reina en La Babía... Casi
que voy y te despierto: ¡escribo sobre
alguien que no soy yo!
Materia inexplorada de que podría hablar
hasta el fin de los tiempos. Un besito.
TRATANDO DE ENTENDER
Las palabras ¿qué
pueden?
¿Qué haré con ellas? ¿Qué
me permite mezclarlas,
cortar, alzar? Y tocan
manos impredecibles
muchas veces. Cubil
que guarda inesperados
lobeznos y maderas.
Francas o resentidas
oraciones: del fondo
de una caverna surgen
liberados esclavos,
murmuradores. Vieja
cornucopia la voz.
Palabras como cuerdas
que rozo, que devuelven
armónicos que nunca
dominaré del todo.
(Violín que dejo escrito;
arco de los demás.)
¿Qué haré con ellas? ¿Qué
me permite mezclarlas,
cortar, alzar? Y tocan
manos impredecibles
muchas veces. Cubil
que guarda inesperados
lobeznos y maderas.
Francas o resentidas
oraciones: del fondo
de una caverna surgen
liberados esclavos,
murmuradores. Vieja
cornucopia la voz.
Palabras como cuerdas
que rozo, que devuelven
armónicos que nunca
dominaré del todo.
(Violín que dejo escrito;
arco de los demás.)
PARA LOS DERROTADOS
El violín, en su
estuche,
corta una cuerda. Poco
a poco deshará
su propio cuerpo. Prendo
un cigarrillo y fumo
apostando a que el vicio
finalmente me pierda.
Porque la muerte es dulce
para los derrotados.
corta una cuerda. Poco
a poco deshará
su propio cuerpo. Prendo
un cigarrillo y fumo
apostando a que el vicio
finalmente me pierda.
Porque la muerte es dulce
para los derrotados.
Pablo Seguí (Córdoba, Argentina, 1973) Poeta. Ha publicado: Los nombres de la
amada (Córdoba, 1999), Claves y armaduras (Córdoba, 2005) y Naturaleza muerta (Córdoba,
2011). Plaquetas: Suite del silencio -detalle para Marioni- (Córdoba, 1995),
Cuatro monedas (Córdoba, 1999) y Ramillete (Córdoba, 2003). Durante una década
estudió violín.
Toda su producción poética ha sido publicada
en los blogs El tren y la mujer que llena
el cielo, La lección de piano, El
bakelita y Por el jornal.
Labels:
Argentina,
Pablo Seguí,
Poesía
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
