miércoles, 29 de agosto de 2012

Rafael Alberto Vásquez: poemas.






Rafael Alberto Vásquez


























LUGARES

Los lugares existen
por el don fantasmal de la memoria:
ganancia escasa que el olvido pierde
con la presencia viva de los cuerpos.
Es que no hay
pistas falsas, traición, ácidos miedos,
pesadillas del tiempo que limiten
esa vuelta de azar, ese regreso.
Hay lugares que guardan una sombra,
una huella inasible en el vacío,
ni siquiera detalles,
como un rastro ilegible
lavado por las lluvias de la ausencia.
Y sin embargo están.
Porque uno no gobierna los recuerdos
ni tampoco el olvido.

TRES  HERMANAS

La enfermedad podía doler en el recuerdo
porque desde la infancia se alimentan las separaciones.
Después
la espiral de la vida no para en su camino,
la distancia se cambia,
el amor puede ser otra ciudad, otro desvío
o una desilusión que no se cuenta.
Tres hermanas sin Chéjov, ni Rusia ni la imaginación.
Tres hermanas y la lejanía.
Tres hermanas y la soledad.
Cuando una empieza a despedirse
de la vida
las otras intentan algo parecido a la mentira
del amor.
La crueldad nace adentro,
duele como algo injusto,
de todos modos nadie
sabe leer el porvenir.

 LA  MANO

La mano, para darla.
Para apresar también en su hueco otra mano
o para declararse prisionero
de ese gesto feliz cuando la noche
sale a contar historias. Qué sencillo
cambiar ese rescoldo de la infancia
por un viaje de sombra hacia el misterio.
Me dejo guiar. Puedo sentir apenas
un estremecimiento sin certezas,
un tal vez imprevisto que no alcanza,
un para qué borrado del olvido.

Y tu mano en mi mano, caminando.

 GENEALOGÍA

Mi padre no me hablaba de su padre o su abuelo
y yo no fui el curioso rastreador del silencio.
No supe indagar sombras ni fantasmas
porque bastaba el rito de ignorarnos.
Y estaba el sol.
Era difícil conversar conmigo.
Tal vez por eso las palabras
se fueron despertando en mi escritura.
La muerte lo llevó de madrugada,
sin despedida y sin explicaciones,
no me sirvió siquiera de experiencia.
Volver hacia otro tiempo ya no cabe:
del pasado se vuelve sin testigos.
                  
LA MUDANZA

Había olvidado cómo era.
Digo: vaciar la casa y emprender la aventura
de empezar. ¿Qué se empieza?
Ahora cuando el hijo quiso mudar de barrio
y le ayudamos
a desvestir paredes y recuerdos,
a dibujar adioses y ver cómo deslucen los espacios
que van quedando grandes,
uno guarda sus pasos,
los ruidos de los pisos por donde la madera
gemía como un gato invisible.
Y busca los lugares donde el sol y las plantas
disputaban la luz.
Aunque no fue mi casa
hay siempre algún rincón que se verá en las fotos,
una música vieja,
el choque de las copas para apurar un brindis,
lo que queda del tiempo.
Fechas que están ligadas a aquella geografía
mínima de los cuartos:
tortas de cumpleaños, navidades y ruidos
con que el año cambiaba sin cambiar demasiado.

Hay que empezar entonces
e inventar los recuerdos para la casa nueva.




J.R., Rafael A. Vásquez, E.M.
 RAFAEL  ALBERTO  VÁSQUEZ (Buenos Aires, 1930). Publicó ocho libros de poemas: La verdad al viento (1962), Apuesta diaria (1964), La vida y los fantasmas (1968), La piel y la alegría (1973), Hay sol en Buenos Aires (1975), Cercos de la memoria (1992), Ese sitio sin paz de la memoria (2007) y Explicaciones y retratos (2011). Además, un cuadernillo editado por la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Ciclo de Poetas del 60 (2003). En prosa, Informe sobre Santoro (2003), aproximación bio-bibliográfica sobre el poeta desaparecido Roberto Jorge Santoro, con un apéndice documental y una selección de su poesía.  











Gisela Galimi: Para que nada cambie.





Gisela Galimi















 


Ornamentos

Leer las manos,
no en  letras que escriben
ni en la línea gitana
sino en los ornamentos.

En la izquierda la alianza
redonda como una promesa

En la diestra un anillo
de plata diez esferas,
hermosas en lo imperfectas
de su grito metálico.

Y las uñas
rojas a veces,
generalmente blancas
cortas, limpias.


Gatopardismo personal

He mudado,
me di vuelta como una media.

Como quien parte los huevos
y dispersa el harina
sin saber si hará una torta
o ensuciará solo la mesada.

Yo que temía cambiar
hasta  un neumático,
he rotado mi norte y mi sur
para sobrevivir.

Y, vuelta la calma,
retorné  hecha otra,
con el pelo suelto
y una piel nueva.

Cambiar todo, para que nada cambie.


Irak

Si entrara a tu casa
y llamara a tu padre, tirano,
a tu madre, esclava,
a tu dios, falso,
a tu fe, blasfemia,
tendrías razón
en sonreír
cuando lograras matarme.


Gisela Galimi (Lobos, Pcia. de Buenos Aires, 1968) Poeta y docente. En poesía ha publicado: Claroscuro y Colorado (2005 y Para que Nada Cambie (2012).  Participó en los recitales Primavera en Libertad (1987) y Federico García por Bulerías (2010-2011), un espectáculo donde sus poemarios inéditos Rosas robadas y Poemas Flamenquitos conversan con la poesía de García Lorca. Su obra ha sido parcialmente traducida al persa y el ruso.
Asimismo  es  coautora de  Documentos de Comunicación Institucional ( 2007) y de Protagonistas de la Cultura de Buenos Aires y Espectáculos del Bicentenario 1810-2010 ( 2012, auspiciado por el  Fondo Metropolitano de las Artes de la Ciudad de Buenos Aires) .