Marco Antonio Montes de Oca |
De ahora para nunca
Aquí
en mi morada cada rama es una aguja de música.
El
huracán fatigado revolotea en la divinidad inmóvil,
todo
se llama amapola aunque no se mezcla ni sea roja;
pero
el diamante ya no tiene ganas de llorar y el fuego se despluma.
Dios
quiera que nadie descomponga esta relojería de cien mil almas.
¡Yo
solito he sobrevivido con el soberano latido de mis puños!
Yo
sólo he dicho lo que sabe solamente el aire.
Yo
conozco la carne viva de la muerte.
¡Por
eso lloro tanto granizo!
Por
eso habitas tanto con un suspiro.
NADIE
RECONOCE NUESTRAS NEBULOSAS DE RESINA
y
llegaremos despacio, pero cantando a más no poder.
Llegaremos
cantando sin saber de qué color es nuestro país,
ni
nuestro dolor, ni el tamaño de las discordias y reconciliaciones
de la carne.
Latidos de agua
En
el centro de la plaza
la rota cabeza del poeta es
una fuente;
la fuente canta para todos.
Octavio Paz
A
solas habla la fuente
sin
respuestas para el silencio.
Blancos
mechones caen desde su frente,
a
cada momento un siglo se derrama
sin
que su parpadeo tenaz concluya,
inclinada
sobre sí misma, siempre en blanco:
ávida
luz ciega de altura.
Yo
tampoco descanso,
si
reposara el árbol que soy, cesaría.
No
hay savia más ruidosa que ésta con pensamiento y huesos.
Tintineo
y fulgor rebotan en mi corteza.
Aquí
estoy, no conozco mis raíces,
surtidor
de ojos cerrados.
Sólo
el habla me mantiene erguido
para
nadie y para todos.
Frente a frente
Encuentro
pesadísimas piedras huecas,
orbes
sin pulpa que no son fuego
sino
la piel del aroma y también del aire,
carne
del éxtasis, inexistencia palpitante.
No
amo tanto la paradoja,
sólo
es mi necesidad de un choque entre lo opuesto
que
anda sobre ruedas, sólo odio lo que navega en doble sentido;
en
sentido correcto, propio, anodino.
Verdea
la esposa del cambio,
un
racimo de globos, sube con fulgor diverso
por
una ladera impalpable de cielo y alma
y
leo entre el uñazo de mis párpados
mi
vehemencia aquietada por el embeleso.
Marco Antonio Montes de
Oca
(Ciudad de México, 1932-2009) Poeta, narrador y artista plástico. En 1986 con el título Pedir el fuego se
publicaron sus Obras Completas (1953-1985).
Ha obtenido los premios Xavier Villaurrutia; Mazatlán y Nacional de
Literatura. En el 2000 se publicó su poesía reunida que incluye algunos textos
inéditos la que lleva por título el de su primer libro Delante
de la luz cantan los pájaros. “Cuando
apareció el libro, Octavio Paz escribió una reseña entusiasta en la que
apuntaba: "Este título es casi una definición de la poesía de Montes de
Oca", para corregirse de inmediato: "Pero hago mal en llamarlo
definición: más exacto sería decir: enunciación. Con esta frase el joven poeta
enuncia —y aún: anuncia— su programa poético".
Hacía bien Paz en no hablar de definición. Hace años el propio Montes de Oca tuvo la ocurrencia memorable de decir que la suya era una "poética de andarse por las ramas", y una y otra vez ha insistido en escapar cuando ya había alcanzado su definición mejor. Cada uno de los más de treinta títulos que ha dado a la imprenta son, al mismo tiempo, una nueva enunciación de su poética.”
Hacía bien Paz en no hablar de definición. Hace años el propio Montes de Oca tuvo la ocurrencia memorable de decir que la suya era una "poética de andarse por las ramas", y una y otra vez ha insistido en escapar cuando ya había alcanzado su definición mejor. Cada uno de los más de treinta títulos que ha dado a la imprenta son, al mismo tiempo, una nueva enunciación de su poética.”
Aurelio Asiain