Mario Luzi |
Marfil
Habla
el ciprés equinoccial, oscuro
y
montuoso el macho cabrío exulta,
dentro
de rojas fuentes lavan lentas
las
yeguas de los besos a sus crines.
Desde
las tenues selvas a ciudades
excelsas
inmensos chocan ríos
largamente,
se mueven en un sueño
afectuosas
velas hacia Olimpia.
Correrán
las intensas vías de Oriente
oreadas
muchachas y en mercados
salobres
mirarán el mundo alegres.
¿Pero
dónde alcanzaré yo a mi vida
ahora
que el tembloroso amor ha muerto?
Al
horizonte lo violaban rosas,
vacilantes
ciudades en el cielo
rociadas
por jardines tormentosos,
en
el aire su voz era una roca
infecunda
de flores y desierta.
Diana, despertar
El viento libre luce entre los humos
de la llanura, el monte ríe raro
iluminándose, surgen relumbres
del agua, ¿hay mensaje más caro?
Hora es de levantarse, de vivir
puramente. Ya vuela en los espejos
un sonreir, un temblor en los vidrios,
vuelve un sonido a confundir los oídos.
Y tú acudes alegre y contradices
de inmediato a la muerte. Así cuando
se abre una puerta desbordan felices
los colores, la sombra va de vuelta
a disolverse. Nacen rientes imágenes,
en la sangre se filtra, ciego vuelve,
el espíritu del sol, nos llevan céfiros
consigo: a existir, a extinguirse en un
día.
Marina
Qué exhaustas aguas contra la frágil
costa,
qué oleada gris contra los postes. E
islas
más allá y bancos donde un incierto afán
se separa del día que nos deja.
Qué dispersas lluvias navegas, qué luces.
¿Cuáles? ignora si no finge el pensar,
si no recuerda niega: allá viví,
consciente aquí del tiempo de otro modo.
Qué memoria heredamos, qué imágenes,
qué edades no vividas, qué existencias
fuera de la alegría y del dolor
luchan en la marea con los muelles
o en el mar que florece y se despide.
Regresas tú, te acoges a esta orilla
y en el cielo que zarpa chirría un pino
de pájaros que vuelven, corazón.
(traducción Rodolfo Alonso)
Mario Luzi (1914-2005) Poeta y
traductor italiano. Su obra de carácter introspectivo es una de las más singulares y distinguidas de la
poesía italiana contemporánea. Ha publicado, entre otros títulos: La barca
(1935), Honor de lo verdadero (1957), Tramas (1980), Lugares
(1980) y El silencio, la voz (1984). Ha vertido a su lengua a Racine, a
Coleridge y a Shakespeare.