Víctor Rodríguez Núñez |
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[¿cómo
voy a bajar los ocho soles?]
para Yang Lian
sin
la destreza del arquero Yi
¿cómo
voy a bajar los ocho soles?
el
bronce se suaviza con el vino
la
muerte es efímera
inestable
la gloria
¿porqué
transpiro en estos caracteres?
si
cada noche me intimida el sueño
¿cómo
voy a empuñar la espada de Gongsun?
algo
que no es esperma no es pabilo
alimenta
la vela cara al sur
el
deseo no olvida
que
ni la cruz del esternón alumbra
nadie
sabe tu nombre
perfecto
e indistinto
callado e
impasible
eres
como un adverbio
alzas
la voz y vuelves al resguardo
con
la lengua arañada
no
te alejas de todo
creces a ras
del cielo
pierdes
la fe ganas sinceridad
no
compites con nadie ni contigo
y
retas la armonía
la
vergüenza de los cuatro contrarios
pretendes
ser el rústico viejo de Shaoling
pero
los pinceles no te obedecen
los
trazos se evaporan
tu
gorro no es de plumas de faisán
sino
de lana simple
no hay
dragón que vencer
sino
la indiferencia de las ranas
chapoteando
también en la afonía
con
tu cucharita raspas el caldero
aunque
no quede nada que llevarse a la boca
solo
sacarle brillo buscar una salida
en
la otra cara donde pegó el fuego
la
torre se erige de una simiente
la
postura de una fe triangular
el
ocio es el caudal que dilapidas
hace
mucho debieras ser mendigo
y
no desprecies a la borgiana luna
sus
rayos en cascada
su
aroma que ya no da para menos
el
tanino ovalado
confusa claridad
es
un eco que se debe añejar
no
desprecies siquiera al enemigo
en
una copa te tiende otra celada
blandes
un sable que no tiene filo
y
enfundas en la herida
cimbra
como un relámpago
sin
tempestad en el pecho nocturno
como
la luna eres un reflejo
corteza
que se muda
en
la ceniza se borran los pasos
se
cava el destino
no
tengo claridad pero me apoyo
en
lo insignificante
el
báculo de la transmutación
aunque
me turbe el hielo
me
serenen las vides desgreñadas
vigoroso
por la debilidad
esta
es mi voluntad no hay otra cosa
el
abismo se despeña en el mulo
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[en
esa orilla hacen un ruido verde]
de
la unidad fluctuante
el
doble su delirio
de
la forma sin médula
la
octava
del
caos racional
el orden
inquietante
de
lo indistinto
tú
te
riges por las tablas del invierno
que
incumplirás como un reloj de arena
policía
médico sacerdote
te
salvarán del bien la mansedumbre
cereal
consecutivo
sin rescoldos
de madre
solo
vas a ser libre
cuando
logres deshacerte de mí
si
te alejas deduces
la vida es
como el borde
de
una jarra de vino con especias
donde
beben los muertos
no podrás distinguir
entre
el rastro de uvas sublevadas
los
humores del otro
y si
retornas sientes
en
esa orilla están cortando el pasto
van
y vienen los rojos
sin
lógica avidez
uno
gira en su eje imaginario
ataca
en diagonal
el otro va más
lento
acata
una sinuosa geometría
en
esa orilla hacen un ruido verde
oculto
en el aroma del silencio
preparas
la emboscada
no
quieres herir ni atemorizar
apenas
congraciar con la amargura
el
último en la cola
bajo
un sol jacobino un hielo gris
aunque
llegues temprano por tu espina
estoy
aquí para guardar el turno
madera
sin serrar inexplicable
como
plata que almizcla
ya
no quedan cristales machihembrados
donde
ocultar los códices
la
plenitud tampoco alcanzará
para
hacer florecer tanto desasosiego
por
eso llevo esta vaina vacía
donde
en su lugar enfundo tu calma
la
armonía no está en el horizonte
ni
en volver a uno mismo
sino
llegar a la puerta del otro
pero
que seas tú y nadie más quien abra
y
sosiegue las manos con café
un
violento sabor crepuscular
yo
quiero tu opresión bajo mi desvarío
el
peso de tu ser sobre mi nada
esa
estrella que titila en el pecho
te
hace respirar como raíz
en
la tiniebla de hilo inextricable
atas
la variación por la cintura
como
estela de caracol celeste
enseguida
es un eco
otro mundo
resuena
silencio
en rebeldía
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[los
zapatos con lumbre del país]
lejos
de los brocales
al
eco de la luna
los húmedos
ascensos
a
la piedra angular
sin
una hebra de mitología
para
escapar del verde laberinto
el
caracol en ascuas
el terror
material
¿cómo
es posible ver
a
la luz de la madre comunista
su
balde de frescura
al
capitán prendido del porrón?
¿cómo
puede beber
a pulso
entre las ranas
y
al cuenco de sus manos cristalinas
esta
agrietada sed?
me
baño arrodillado
con
un jabón que no reconoce tu piel
la
médula espumante
cerca
de un mar sembrado
con molinos de viento
en
la casa entornada como un libro
es
el norte absoluto
el
origen azul de tu mirada
soy
huésped indiscreto
no
voy a salpicar la sucia luz
que
se filtra del cielo reciclado
es
demasiado lejos para acercarme a ti
no
está aquí tu núcleo tu gardenia
lo
prueba el lecho de erizos y toses
esta
pureza amarga
sin
intermisión de lugar o tiempo
soy
infiel peregrino
no
encontrarás mis pasos
en
vías cardinales en puestos de frontera
las
sendas con espigas
al
margen indeciso de las ciénagas
mientras
deshojes vientos
brújula enamorada
calzo
tus herraduras en diamante
el
regreso es una alucinación
también
tus huellas se irán con la nieve
guajiro
renegado
que
tiembla al asomarse a la ventana
en
las terrazas se alinean las vides
sus
imanes solares
si
rezas a la virgen del cerezo
se
deshielan las últimas distancias
la
próxima semana es de cosecha
y
perlados sudores
vas
a dejar plantadas las colinas
su
erótico perfil
un baño en el
museo
de
la imaginería escandinava
égloga
posmoderna
los
zapatos con lumbre del país
como
el nuevo pastor
con
un ramo de olivo ya marchito
arreas
las ovejas por clonar
el
lobo en lontananza husmea sangre azul
las
campanas gorjean en sus trenzadas torres
no
hay horas para más que la vendimia
crecen
estos sarmientos
se
arracima el vacío
Víctor Rodríguez Núñez (La Habana, Cuba,
1955). Poeta, traductor, crítico y periodista. En poesía sus últimos títulos
publicados son : desde un granero rojo
(Premio
Alfons el Magnànim, Hiperión, 2013); despegue (Premio Fundación Loewe, Visor, 2016) y el cuaderno de la rata almizclera
(Buenos Aires Poetry, 2017). Es profesor
de literatura hispanoamericana en el Kenyon College, Gambier, Ohio, E.E.U.U.