martes, 8 de marzo de 2022

Mario Quintana: poemas

 

Mario Quintana















EL AUTORRETRATO

En el retrato que me hago
–trazo a trazo–
A veces me pinto nube,
A veces me pinto árbol...

A veces me pinto cosas
De las que no hay más recuerdo...
O cosas que no existen
Pero que un día existirán...

Y, de esta leída, en que busco
–poco a poco–
Mi eterna semejanza,

Al final, ¿qué quedará?
Un diseño de niño...
¡Corregido por un loco!


CLASE INAUGURAL

Es verdad que en la Ilíada no había tantos héroes como en la guerra de Paraguay...
Pero eran bien hablados
Y todos sus gestos eran ritmados como en un ballet
Por la cadencia de los metros homéricos.
Fuera del ritmo, sólo hay condenación.
Fuera de la poesía no hay salvación.
La poesía es danza y la danza es alegría.
Danza, pues, tu desesperación, danza.
Tus júbilos
Y,
Aunque temas inmensamente a Dios,
Danza como David ante el Arca de la Alianza;
Así temas inmensamente la muerte
Danza delante de tu fosa.
Teje coronas de rimas...
Mientras el poema no termina
La rima es como una esperanza
Que eternamente se renueva.
La canción, la simple canción, es una luz en medio de la noche.
(Lo saben todas las almas perdidas...)
El solemne canto es una antorcha en las sombras.
(Lo saben todas las almas perdidas...)

Danza, encantado dominador de monstruos,
Tirano de las esfinges,
Danza, Poeta,
Y sobre lo aéreo, lo implacable, el irresistible ritmo de tus pies,
Deja rugir el Caos atónito...


AH, SÍ, LA VIEJA POESÍA...

Poesía, mi vieja amiga...
yo te entrego todo
lo que otros no dan importancia alguna...
a saber:
el silencio de los viejos pasillos
una esquina
una luna
(porque hay muchas, muchas lunas...)
la primera mirada de aquella primera enamorada
que todavía ilumina, el alma,
como una tenue luz de lamparilla,
a tu cámara de horrores.
¿Y los grillos?
¿No están oyendo, allá afuera, los grillos?
Sí, los grillos...
Los grillos son los poetas muertos.

Te entrego grillos a los millones un lápiz verde un retrato
amarilleado un viejo huevo de costura tus pecados las
reivindicaciones las explicaciones – menos 
el alzar de hombros y las risas contenidas
pero
todas las lágrimas que el orgullo estancó en la fuente
las explosiones de cólera

el crujir de dientes
las alegrías agudas hasta el grito
la danza de los huesos...
Pues bien
hay veces
de todo cuando le entrego, la Poesía hace una cosa que
parece nada tener que ver con los ingredientes pero que
tiene por eso mismo un sabor total: eternamente ese
gusto de nunca y de siempre.


EL POEMA

Un poema como un sorbo de agua bebido en lo oscuro.
Como un pobre animal palpitando herido.
Como pequeñita moneda de plata perdida para siempre en la floresta nocturna.
Un poema sin otra angustia que su misteriosa condición de poema.
Triste.
Solitario.
Único.
Herido de mortal belleza.


EL POEMA

El poema es una piedra en el abismo,
El eco del poema disloca los perfiles:
Para bien de las aguas y de las almas
Asesinemos al poeta.


EL NIÑO LOCO

Yo te pagué mi pesada moneda,
Poesía...
¡A tus espejos deformantes y límpidos
Como el agua! Sí, desde niño,
Mis ojos se abrían insomnes como flores en lo oscuro
Hasta que, lejos, en el horizonte, yo veía
A la Luna viniendo, esbelta como un lirio...
Algunas veces en una túnica de Infanta
Sonámbula... Algunas veces vertiginosamente desnuda... 
Y era blanca como las nueces d ellas ardillas descascaran en la rama...
Pura como un puñal de sacrificio...
(¡En mis labios se quemaba, ignorada, la palabra mágica!)


ENVEJECER

Antes, todos los caminos iban.
Ahora todos los caminos vienen.
La casa es acogedora, los libros pocos.
Y yo mismo preparo el té para los fantasmas.


EL MAPA

Miro el mapa de la ciudad
Como quien examinase
La anatomía de un cuerpo...

(¡Y ni que fuese mi cuerpo!)

Siento un dolor infinito
De las calles de Porto Alegre
Donde jamás pasaré...

Hay tanta esquina exquisita,
Tantos matices en las paredes,
Hay tanta moza bonita
En las calles que no anduve
(Y hay una calle encantada
Que ni en sueños soñé...)

Cuando yo fui, un día de esos,
Polvareda u hoja levantada
En el viento de la madrugada,
Seré un poco de nada
Invisible, delicioso

Que hace que tu aire
Parezca más un mirar,
Suave misterio amoroso,
Ciudad de mi andar
(¡De este ya tan largo andar!)

Y tal vez de mi reposo...


* Todas las piezas fueron tomadas de Melhores poemas de Mario Quintana; selección de Fausto Cunha (primera edición digital: São Paulo, 2012).

** Versiones: Demian Paredes, Buenos Aires, 2022.

Mario Quintana (1906-1994) nació en Alegrete (Rio Grande do Sul), y ejerció el periodismo en las redacciones de O Estado do Rio Grande do Sul y en Correio do Povo.
En su producción poética se encuentran, entre otros títulos, A rua dos cata-ventos (1940), su primer libro; Sapato florido (1947), Espelho mágico (1948); Quintanares (1976); O baú de espantos (1986) y Diário poético (1986/1987).
Fue también traductor al portugués de numerosos autores y autoras como Proust, Conrad, Voltaire, V. Woolf, G. Papini, Grahann Greene y Balzac. Muchas de esas traducciones tuvieron éxito y son reeditadas hasta el día de hoy, como A la sombra de las muchachas en flor, Mrs. Dalloway y Lord Jim.